Sí señores, un estudio realizado por la Universidad de Oxford que ha costado la nada desdeñable cantidad de un millón novecientas mil libras, -vale decir, dos millones doscientos mil euros, vale decir trescientos sesenta y seis millones de pelas-, y tres años de trabajo, implicando a cincuenta y siete expertos en disciplinas tales como antropología, psicología, filosofía, en veinte países diferentes. El verdadero objeto del estudio consistía en discernir si la fe en la divinidad era algo aprendido, y en consecuencia, trasmitido de padres a hijos o mediante la educación, o era, por el contrario, algo innato a la persona, como quien dice, impreso en el código genético. El estudio saca algunas conclusiones sorprendentes: así por ejemplo, la de que los niños menores de cinco años hallan menos dificultad en creer o aceptar la existencia de capacidades sobrehumanas, que en aceptar las limitaciones del ser humano. Otra de las conclusiones, no por esperada menos llamativa, es la
"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca" Immanuel Kant