jueves, 4 de febrero de 2016

El ateísmo y la carga de la prueba

Por Paul Copan
En conversaciones con ateos, es posible que nos desafíen: “Tú dices que Dios existe. Por lo tanto, la carga de la prueba recae sobre ti, no sobre mí. Entonces... ¿qué evidencia tienes?”

El ateo Michael Scriven insiste en que “no tenemos que tener pruebas de que Dios no existe para justificar el ateísmo. El ateísmo es lógico porque no hay evidencia de la existencia de Dios.” 1 O tal vez alguien le ha dicho que la fe en Dios es como creer en el Papá Noel o el ratoncito Pérez. ¿Por dónde empezamos a responder a tales afirmaciones?

En primer lugar, defina sus términos, especialmente el ateísmo. Comprenda los términos que utiliza. Usted puede aclarar bastante confusión y mantener una conversación con alguien que profesa ser ateo. Pregúntele a su amigo: “¿Cómo defines elateísmo?” Conforme a la Enciclopedia de Filosofía, la definición histórica de “ateo” es que se trata de alguien que “sostiene que no hay Dios, es decir, que la propuesta de que Dios existe expresa una proposición falsa”. 2

El antiguo filósofo Antony Flew, ateo convertido en deísta, definió el ateísmo como “el rechazo de la fe en Dios”, no solamente la ausencia de la fe en Dios. 3 Asimismo, Julian Baggini, en su libro Atheism: A Very Short Introduction [El ateísmo: una introducción muy breve], afirma que el ateísmo es “extremadamente fácil de definir”. Es “la creencia de que no hay Dios ni dioses”. 4 Por el contrario, lo fundamental del teísmo es que un Creador personal, infinitamente bueno, sabio, auto-existente y poderoso produjo una creación aparte de él mismo, aunque sostiene todas las cosas. Esta creación se compone de cosas visibles e invisibles. Y Dios, en forma única, hizo a los seres humanos con capacidades distintivas tanto morales, espirituales, intelectuales, y relacionales.

En segundo lugar, el ateo también tiene la carga de la prueba al asegurar que “Dios no existe”. Tenga en mente que el ateo es en realidad está asegurando cierto conocimiento, al igual que el teísta. Así que en lugar de no darle importancia a cualquier carga de prueba, el ateo debe entender que ambas aseguraciones necesitan justificación, y no sólo la del teísta. Si usted asegura saber algo, debe tener la posibilidad de justificar esa afirmación cuando sea desafiado. El ateo, si en verdad es ateo, dice que Dios no existe. Pero podemos preguntar: “¿Por qué piensa esto? ¿Qué argumentos positivos hay para esta afirmación?” Hasta la fecha, no ha habido ningún argumento que se acerque a mostrar cómo es esto. Algunos podrían decir: “Los argumentos para la existencia de Dios no dan resultado.” Pero eso no es suficiente. Usted tiene que mostrar por qué Dios no existe (más sobre esto más adelante). En mi experiencia, el “ateo” frecuentemente resulta ser un agnóstico.

En tercer lugar, esté al cuidado de cómo el ateo “resbala” hacia el agnosticismo, de asegurar incredulidad al mero escepticismo. Los verdaderos agnósticos afirman que no saben si Dios existe o no. Por el contrario, el ateísmo es una exigencia fuerte y en realidad es una posición bastante difícil de defender. Como se ha señalado, muchos que profesan ser ateos no son en realidad ateos, es decir, alguien que no cree o que rechaza la fe en Dios. Más bien, son más como “agnósticos”, lo que no creen. Lo qué quieren decir con “no hay Dios” es más como “me falta fe en Dios”.

En abril del 2001, yo disertaba en un foro abierto en el Instituto Politécnico Worcester en Massachusetts. Un estudiante me dijo cuando hubo oportunidad para preguntas: “La razón por la que soy ateo es porque los argumentos a favor de la existencia de Dios no dan resultado.”

Le respondí: “Entonces usted debe ser un agnóstico, no un ateo. Es lógicamente posible que Dios pudiera existir, aunque no le resulten aceptables los argumentos disponibles a favor de Dios. Por lo tanto, en ese caso usted debe ser un agnóstico. Uno tiene que hacer algo más que decir que los argumentos a favor de Dios no dan resultado para ser ateo. Usted tiene que mostrar por qué Dios no puede existir. Usted verá, la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

La persona que se dice ser un atea, a quien simplemente le falta la fe en Dios, está borrando la distinción histórica entre agnóstico y ateo.5 Deberíamos presionarlo sin mucha dureza para que responda a esta pregunta: “¿Cuál es la diferencia entre su posición y la de un agnóstico?”

En cuarto lugar, distinga entre los dos tipos de agnósticos: los ordinarios y los tercos. Usted habrá visto la calcomanía: “Agnóstico militante: yo no sé y usted tampoco puede saber.” Fíjese cuál es esta posición agnóstica. Él no simplemente está confesando: “Sencillamente no sé si Dios existe” (y tal vez quisiera saber). Esta es la posición agnósticaordinaria. No, él está tomando la posición agnóstica terca. Él está afirmando con confianza que después de todo sabe algo, que nadie puede saber si Dios existe.
Recientemente estuve en una discusión filosófica local (soy organizador y moderador de un Café Sócrates), 6 y uno de los participantes exclamó: “Usted no puede saber que Dios existe.”

Con cautela respondí: “Pero, ¿cómo sabe usted que no se puede saber?” Luego le presioné: “Puedo entender que es obvio que habla de sí mismo acerca de no saber si Dios existe. Pero, ¿cómo puede decir que nadie más puede realmente saber si Dios existe? Eso sencillamente me suena presuntuoso.” El agnóstico militante habla por todas las personas, afirmando saber que nadie puede saber si Dios existe. Pero ¿cómo puede apoyar la afirmación de saber esto? Al igual que ese ateo, el agnóstico militante también debe justificar su afirmación.

En quinto lugar, distinga entre “prueba” y “buenas razones”. En el pasado, los filósofos y teólogos cristianos han hablado de “pruebas” de la existencia de Dios. Para muchos, sin embargo, esto sugiere una certeza matemática absoluta del cien por ciento, sin ningún margen, para otras explicaciones o alternativas. He conocido a muchas personas que dicen que, aunque una alternativa a una “respuesta divina” es lógicamente posible, entonces no tiene que tomar en serio a Dios. “Es lógicamente posible que el asombroso universo bien afinado, que permite la vida, que produce la vida, que mantiene la vida surgió por procesos inconscientes, materiales, no guiados.” ¿Tomamos importantes decisiones o definimos opiniones en cualquier otro aspecto de la vida sobre la base a las más mínimas posibilidades? 

Sólo porque algo es posible no significa que sea ni remotamente plausible. He hablado con escépticos, agnósticos, y ateos que parecen dispuestos a arriesgarlo todo basados en las más remotas posibilidades lógicas, un hilo muy fino para hacer pender todo. Es lógicamente posible que el universo también sea sólo una ilusión, pero es absolutamente contradictorio e inverosímil. Claramente, una serie de posibilidades alternativas no debe detenernos de tomar en serio las explicaciones más substanciales.

Esto es lo que quiero decir: no necesitamos el cien por ciento de certeza para realmente saber. Después de todo, no podemos mostrar con cien por ciento de certeza que nuestro conocimiento debe tener cien por ciento de certeza. Creemos muchas cosas con confianza a pesar de que no tenemos certeza absoluta. De hecho, si la mayoría de la gente siguiera la “regla de cien por ciento” para el conocimiento, sabríamos muy poco. Pero nadie realmente cree eso.

Ahora, si nuestras únicas opciones fueran bien cien por ciento de certeza o escepticismo, entonces no podríamsos diferenciar entre los puntos de vista que son altamente plausibles por un lado, y completamente ridículos por el otro. Las dos alternativas no alcanzarían la norma de seguridad de cien por ciento y, por lo tanto, deben desestimarse fácilmente. Pero eso es claramente una tontería. Sabemos la diferencia. ¿Y qué de los que parecen saber con plena certeza de cien por ciento que no podemos saber con certeza de cien por ciento? Curiosamente, los escépticos sobre el conocimiento generalmente parecen muy convencidos, absolutamente convencidos, de que no podemos saber.

Además, sabemos algunas cosas, incluso sin pruebas; por ejemplo, digamos que la tierra es mayor de quince minutos y que existen otras mentes. Estas creencias son, como dicen algunos filósofos, “bien básicas”. Simplemente surgen de nuestra experiencia, y no tenemos ninguna razón para dudar de ellas. No podemos demostrar que la tierra es mayor de quice minutos o que existen otras mentes. Ahora bien, es lógicamente posible que podríamos estar equivocados, pero sí podemos saber estas cosas con bastante confianza, incluso si no tenemos una certeza absoluta.

En sexto lugar, tenemos buenas razones para creer en el Dios de la Biblia, pero no en seres míticos como sirenas, elfos, unicornios, hadas madrinas, o monstruos voladores de espagueti. Cuando la gente dice que la fe en Dios es como creer en el ratoncito Pérez o en el conejo de Pascua, esto es un error filosófico, una comparación equivocada. Estos casos son muy diferentes. Tenemos buenas razones para pensar que las hadas madrinas o el Papá Noel no existen. Por ejemplo, sabemos que los padres suelen reemplazar el diente extraído de su hijo que éste pone bajo la almohada con cierta sorpresa; sabemos de dónde vienen los regalos de Navidad bajo el árbol, lo cual no es el Polo Norte. Por el contrario, la fe en Dios es muy diferente, y ahora vivimos en una época en que los argumentos de la existencia de Dios se están tomando en serio y se defienden hábilmente. (Vea los muchos debates del filósofo cristiano William Lane Craig en www.reasonablefaith.org/media).

Mientras que la evidencia de la existencia de Dios para algunospuede parecer como que carece de algo, es distinto a decir que tenemos pruebas de que no existe (lo que podemos decir acerca de hadas madrinas, el ratoncito Pérez y el Papá Noel).Tener razones para rechazar la existencia de algo es distinto a no tener evidencia de algo. La completa negación de la existencia de Dios es lo que sucede cuando no se hace distinción entre (a) no creer en la existencia de algo (como en el caso de Dios) y (b) creer que no existe (como en el caso de los unicornios). 7

¿Qué diremos de la sugerencia de Richard Dawkins de que tal vez un “Monstruo Volador de Espagueti” es responsable del universo? (i) Los objetos físicos como los monstruos voladores de espagueti serían parte del universo físico. El único y verdadero Dios trasciende el mundo empírico; los monstruos de espagueti no, pero son parte intrínseca de él. 8 (ii) Esta “objeción” no prueba nada. Sólo nos recuerda que los argumentos filosóficos sobre la naturaleza del Creador no pueden ser tan específicos como los de la revelación especial.

Sin embargo, el universo comenzó a existir hace un tiempo finito aparte de la materia, la energía, el espacio, y el tiempo preexistente; por lo cual, aún podemos concluir legítimamente que lo que produjo el universo debe ser personal, inmaterial, y potente, a diferencia de un monstruo de espagueti. (iii) Esta objeción no hace nada para socavar la conclusión muy legítima de que el universo bien afinado fue diseñado por un ser muy inteligente. (iv) No hay ninguna razón para pensar que el Monstruo Volador de Espagueti es un ser necesario, uno que necesariamente existe en todos los mundos posibles.

Bien, algo es necesario (que existe por su propia naturaleza sin depender de algo que está fuera de ella), o es contingente(que depende de otra cosa para su existencia y no existe por su propia naturaleza). ¿Requiere la naturaleza del Monstruo Volador de Espagueti que éste necesariamente exista? No tenemos ninguna razón para pensar eso. (v) ¿Por qué sugerir en absoluto que haya un Monstruo Volador de Espagueti? ¿De dónde proviene esta idea, y por qué debe ser tomada en serio? ¿Cómo están conectados específicamente los fenómenos del universo y la experiencia humana a esta entidad? ¿Cómo produce una mejor explicación de estos rasgos de la realidad?

Para los que quisieran leer sobre algunas de las evidencias de la existencia de Dios, menciono algunas de ellas en un artículo anterior de Enriquecimiento¿Es el naturalismo una explicación más sencilla que el teísmo? (Invierno 2012) De hecho, hay mucho que decir a favor de la existencia de Dios. 9

En séptimo lugar, debemos distinguir entre dos tipos de ignorancia la inocencia y la culpabilidad, y el agnóstico sería bastante culpable de negarse a buscar. Cuando un turista de Occidente viaja a Camboya, es posible que no sepa que es insultante y ofensivo que exponga la planta de su pie o la parte inferior de su calzado. El turista puede ofender a alguien por ignorancia de ese tabú cultural. Pero esta ignorancia es inocente.

Hay otro tipo de ignorancia. ¿Qué tal si usted está manejando por una carretera y no presta atención a las señales de límite de velocidad? Un oficial puede hacerle parar y preguntarle por qué está manejando demasiado rápido. Usted no puede decir con razón: “Yo no sabía cuánto era el límite de velocidad o incluso a qué velocidad iba. Así que no debe ponerme una multa.” Obviamente, si usted está manejando, es responsable de prestar atención. La ignorancia no es excusa. Es culpable en vez de inocente.

Del mismo modo, si digo: “No sé si Dios existe”, esto puede revelar falta de responsabilidad por mi parte de buscar a Dios (“Yo no quiero saber”). En este caso, sería culpable. El cristiano genetista Francis Collins, del proyecto “Human Genome” dice que era agnóstico en la universidad. Sin embargo, confiesa que su “yo no sé” era más una actitud de “no quiero saber”, una “ceguera voluntaria”. 10 Este agnosticismo con el tiempo dio paso al ateísmo absoluto, aunque Collins más tarde llegó a confesar fe en Cristo. Empezó a leer Mere Christianity de C.S. Lewis, y Collins se dio cuenta de que sus propias construcciones antirreligiosas eran “las de un colegial”. 11

Debido a que la existencia de Dios es un tema enormemente importante, no podemos darnos el lujo de no prestar atención, especialmente en una época de tantas distracciones. El filósofo Tom Morris señala que los deportes, la televisión, los restaurantes, los conciertos, los coches, el billar, y un millar de otras actividades nos pueden desviar de los temas fundamentales de la vida. Como resultado de ello, no nos comunicamos debidamente con Dios. Y cuando golpea una crisis (muerte, hospitalización, desastres naturales), no estamos realmente en las mejores condiciones de procesar y emitir juicios precisos acerca de esas profundas cuestiones. 12 La persona que dice: “Yo no sé si Dios existe”, puede haber elegido vivir por desvíos y distracciones para así ignorar a Dios. Ésta no es una ignorancia inocente; es más bien la ignorancia como resultado del descuido de nuestro deber.

De modo que el teísta, el ateo, y el agnóstico militante (terco) llevan todos una carga de la prueba; el teísta no tiene una carga más pesada ya que todos tienen la pretensión de saber algo. Además, aun el supuesto agnóstico ordinario no está libre de culpa. Por un lado, uno no puede permanecer neutral durante toda su vida; uno se comprometerá o tendrá creencias a lo largo del camino que reflejen un punto de vista bien ateo o teísta. De alguna manera, a lo largo de su vida, toda persona bien será un reconocido ateo o un reconocido teísta (o una mezcla de ambos). Pero no se puede en ambos lados por mucho tiempo. 

Además, el agnóstico ordinario puede decir: “Yo no lo sé”, pero esto a menudo significa: “No me importa”, lo cual es el punto de vista de un “apateista”. La falta de voluntad de averiguar si Dios existe o no; el no humillarse para buscar cualquier luz acerca de Dios que esté disponible; llevar una vida de distracciones en lugar de reflexionar cuidadosamente sobre el propósito, el sentido, o el destino de uno mismo lo deja culpable en su ignorancia, no inocente.
Paul Copan
PAUL COPAN, Ph.D., profesor de la cátedra familia Pledger de filosofía y ética en la Palm Beach Atlantic University, en West Palm Beach, Florida. Es autor y editor de diversos libros, entre ellosWhen God Goes to StarbucksTrue for You, But Not for MeThat’s Just Your Interpretation;Creation Out of NothingIs God A Moral Monster? Making Sense of the Old Testament God The Paul Copan Apologetics Collection (6 volúmenes). También es el Presidente de la Sociedad Filosófica Evangélica.

Notas

1. Michael Scriven, Primary Philosophy [Filosofía primaria] (Nueva York: McGraw-Hill, 1966), p. 102.
2. Paul Edwards, ed, "Ateísmo", Encyclopedia of Philosophy [Enciclopedia de filosofía] (Nueva York: Macmillan, 1967), 1:175.
3. Antony Flew, Dictionary of Philosophy [Diccionario de filosofía] (Nueva York: Macmillan, 1979), p. 28.
4. Julian Baggini, Atheism: A Very Short Introduction [Ateísmo: una muy breve introducción] (Oxford: Oxford University Press, 2003), p. 3.
5. Véase también J. P. Moreland, Does God Exist? [¿Existe Dios?] (Amherst, Nueva York: Prometheus, 1993), donde Moreland afirma con razón que "la comprensión usual del ateísmo" es "la afirmación positiva de que Dios no existe" (223).
6. Véase http://www.meetup.com/Socrates-Cafe-in-West-Palm-Beach-FL/.
7. Shalkowski de Scott, “Atheological Apologetics” ["Apologética Atheological"], American Philosophical Quarterly 26 (enero 1989): 9.
8. Eric Reitan, Is God a Delusion? A Reply to Religion’s Cultured Despisers [¿Dios es una ilusión? Una Respuesta a despreciadores cultivados de la religión] (Oxford: Blackwell, 2009), pp. 83, 4.
9. Expongo algunas de estas razones en varios de mis libros.
10. Frances S. Collins, The Language of God: A Scientist Presents Evidence for Belief  [El lenguaje de Dios: un científico presenta evidencia para la fe] (Nueva York: Free Press, 2006), p. 16.
11. Ibíd., p. 21.
12. Thomas V. Morris, Making Sense of It All [Dándole sentido a todo] (Grand Rapids: Eerdmans, 1992), p. 34.