El Anchiornis: Sus plumas en las patas arrojan confusión sobre la tesis evolutiva de las aves
El Anchiornis: Sus plumas en las patas arrojan confusión sobre la tesis evolutiva de las aves
Comparación del tamaño del Anchiorinis huxleyi con los humanos.
Ilustración: Matt Martyniuk
Los reportajes en los medios de comunicación de masas destacan la afirmación de Xing Xu de que este fósil elimina el último argumento de que las aves no pudieron evolucionar a partir de los dinosaurios, porque este fósil elimina la «paradoja temporal» —que los «dinosaurios con plumas» eran todos más recientes en el registro fósil que el Archaeopteryx, el ave más antigua conocida. El Anchiornis ha sido asignado a unos estratos datados de uno a diez millones de años antes que el Archaeopteryx, lo que elimina dicha objeción.
Aparte de esto, este fósil es desconcertante. Tiene unas largas plumas en todas sus cuatro patas —incluso en las patas traseras. Las plumas se vuelven más cortas más cerca del cuerpo. Los científicos no pueden determinar si las plumas permitían a este ser volar o planear. Y si no, ¿qué función cumplían? Este animal tenía unas patas traseras alargadas. Parece que las plumas de las patas hubieran interferido en el vuelo y en la andadura sobre el suelo. Algunas aves modernas tienen patas con plumas, pero no unas plumas largas, en penacho. Basándose en este nuevo descubrimiento, y en los fósiles previamente descubiertos del Microraptor gui (16/11/2005, 27/03/2007), y del Pedopenna (Pata-pluma; véase New Scientist 19 Feb 2005), los biólogos evolutivos están tratando de integrar una historia de una primera evolución de las plumas en las extremidades, que luego fueron extendiéndose y adentrándose hacia el cuerpo. Esto deja de lado la cuestión de para qué evolucionaron las plumas al principio. Los autores intentan explicarse:
También en algunas aves modernas se observa una cobertura extensa del pes [la pata], donde sirven en unas funciones de aislamiento o protección. En la mayor parte de los casos las plumas no están organizadas en una superficie planar coherente como en Microraptor, Pedopenna y Anchiornis, lo que indica que las plumas de las patas de estos taxones fósiles pueden haber sido diferentes de las de las aves actuales, en el sentido de que hubieran poseído una función aerodinámica. Esto implicaría que una condición tetra-alar desempeñó un papel en el origen del vuelo de las aves, como se ha sugerido en estudios anteriores, aunque esta conclusión no goza de una aceptación general. Sin embargo, las significativas diferencias que se observan más arriba entre las grandes plumas de las patas del Anchiornis y las del Microraptor sugieren que estas plumas pudieron haber sido menos efectivas desde una perspectiva aerodinámica en el Anchiornis que en el Microraptor.
Parece que ir de cuatro alas a dos representa regresión, no evolución, a no ser que se demuestre que dos alas son más eficaces que cuatro para el vuelo. Incluso así, la repentina aparición de un animal con cuatro alas por selección natural parece cosa muy improbable. El Anchiornis complica el rompecabezas al arrojar dudas sobre la efectividad aerodinámica de las plumas. Pero unas plumas distales tampoco parecen ejercer unas funciones aislantes o protectoras muy eficaces. ¿Para qué iba la selección natural a producir estructuras tan complejas como las plumas sin propósito? Witmer explica:
Más concretamente, parece ahora como que tendremos que aceptar que la evolución de las aves pasó desde luego —a riesgo de exagerar— por una etapa de cuatro alas, sólo para posteriormente perder las largas plumas de las patas. Lo que esto significa para la evolución del remado en el vuelo de las aves es una cuestión que queda abierta. También será necesario que consideremos seriamente cómo estos seres que por otra parte eran aparentemente unos corredores expertos y ágiles (el Anchiornis posee unas extremidades traseras sumamente largas y finas) podían arreglárselas con unas plumas largas en las patas.
¿Qué significa el Anchiornis para la tesis de la evolución? «La presencia de un troodóntido en el Jurásico Superior más primitivo indica que todos los grupos de terópodos derivados se habían ya originado para este entonces», dice el artículo. Por tanto, queda por descubrir el antecesor común de estos grupos (Troodontidae, Dromaeosauridae y Avialae) en una posición anterior en el registro fósil. Witmer considera como un respaldo para la teoría de la evolución que las semejanzas en los representantes más primitivos de estos grupos (es decir, las plumas de las patas) indica que los paleontólogos están convergiendo hacia el antecesor común. Se está haciendo difícil distinguir entre miembros de uno y otro grupo», decía. «Mirándolo desde el lado positivo, en este año de Darwin, este hecho proporciona una reconfortante afirmación de la predicción evolutiva de que las especies en grupos diferentes irán volviéndose más y más parecidos al aproximarnos a su origen común.»
1. Hu, Hou, Zhang and Xu, «A pre-Archaeopteryx troodontid theropod from
2. Lawrence M. Witmer, «Palaeontology: Feathered dinosaurs in a tangle», Nature 461, 601-602 (1 octubre 2009) | doi:10.1038/461601a; Published online 30 September 2009.
Aquí tenemos una oportunidad para contrastar el bombo propagandístico con los datos. Los medios de comunicación y los descubridores están todos repitiendo el mantra de que tenemos aquí un ejemplo de la evolución de las aves. Se ha encontrado una forma de transición entre dinosaurios y aves, y ahora los discrepantes tienen que arrodillarse ante el ídolo de Darwin y admitir que estaban en un error.
Se tiene que observar primero que los darwinistas no predijeron el descubrimiento de una dinogallina con plumas largas en las patas. ¿Qué es este ser? Contemplemos las predicciones que sí habían hecho. El antecesor de las aves o bien aprendió a volar desde el suelo (corredores) o bien soltándose desde las copas de los árboles (arbóreos). La hipótesis de los corredores parece haber fracasado si es que este animal tuvo nada que ver con ello. Witmer acaba de preguntarse perplejo cómo podía arreglárselas este animal para correr con plumas en las patas. Ponte algunas plumas largas en los pies, y veamos si esto te ayuda a emprender la carrera con rapidez. La hipótesis arbórea podría todavía aparentar un cierto mérito, pero no está claro que este ser pudiera planear, por no decir que volar. Si tanto las extremidades anteriores como las posteriores funcionaban como superficies de planeo, es evidente que cuatro superficies es más complejo que dos de ellas. Ahora bien, el animal necesita software en su cerebro para controlar las cuatro extremidades mientras controla su descenso. Los evolucionistas saben que no pueden apelar a ningún plan preconcebido. Saben que no pueden apelar a la falacia de la personificación donde Piolín Rex se diría para sus adentros: «Me parece que he visto un felino depredador. Creo que inventaré plumas para escapar». Las plumas son estructuras muy complicadas. No parece que en este curioso fósil funcionasen para el vuelo ni para aislamiento. A no ser que los evolucionistas muestren una clara funcionalidad para cada etapa en la senda a la condición plumífera, no tienen argumento (véase 06/09/2007 (en inglés) para su retorcida historia).
No queda ninguna clara secuencia de ninguna evolución del vuelo —en particular del vuelo activo y de todos los sistemas necesarios para su soporte y control. Sólo hay una colección de extraños animales extintos que los paleontólogos intentan colocar en unas categorías de invención humana. Recordemos que no es solo en las categorías taxonómicas que se da la evolución como supuesto, sino también en las categorías geológicas y en los métodos de datación. La paleontología evolutiva ha devenido en una profecía que fuerza su propio cumplimiento. Por cuanto nunca caben dudas acerca del resultado, cada descubrimiento se incorpora en una historia cada vez más compleja de evolución. Aíslan su historia de toda posibilidad de refutación retorciendo todos los datos para incorporarlos de una u otra forma en su narrativa. Esto no es ciencia.
Y bien, la pregunta será entonces: ¿Qué dicen los creacionistas? Los creacionistas no aceptan el esquema de dataciones, los millones de años, la pretendida capacidad creadora de la selección natural, ni los cuentos filogenéticos. El diagrama estratigráfico en el artículo exhibe bandas alternativas de andesita, esquisto, limonita, conglomerado y toba. Para aceptar la columna, se tiene que creer que sólo se depositó una sola clase de material durante muchas decenas de miles de años (mucho más tiempo que toda la historia humana), y luego otra clase de material durante más miles de años, y luego otro, y luego se repitió el primer tipo de material, y así una y otra vez. Hay mecanismos alternativos que llevarían a una rápida formación de estas capas. El intervalo de tiempo entre el Anchiornis y el Archaeopteryx y los otros seres podría por tanto ser tan pequeño que los haría coetáneos. Estas son cuestiones que los evolucionistas nunca se plantean porque están comprometidos con
Así, el Anchiornis representa otra especie que se extinguió entre aquella mayoría de especies del pasado que se han extinguido. No estaba evolucionando a algo mejor. En todo caso, estaba en regresión. Combinemos esto con lo que sabemos acerca de
Algo muy necesario cada vez que un darwinista comienza a dar cosas por supuestas en su narrativa, es hacerlo parar y decir: «Un momento; yo no acepto este supuesto. ¿Qué quiere usted decir, que intervinieron diez millones de años entre estos dos estratos? Demuéstrelo. ¿Estaba usted allí? No acepto su suposición de que esto era una forma de transición de camino a las aves. ¿No se da usted cuenta de que los taxonomistas clasificaron los maniraptoranos y los troodóntidos basándose en su suposición evolutiva de que dinosaurios y aves comparten un antecesor común? Yo no acepto estas suposiciones, y por tanto no acepto el sistema de clasificación y la narrativa que se erige sobre el mismo». Es necesario hacerles explicar su historia a partir de unos principios fundamentales mediante el uso de observaciones y de datos susceptibles de prueba. Luego, se deben plantear estas rigurosas preguntas: «¿Se da usted cuenta de cuántas mutaciones beneficiosas se necesitarían para transformar una escama o una pelusilla en una pluma? ¿Cómo puede usted creer que esto sucedió? ¿No sabe usted que las aves tienen unos huesos, unas alas y unos sistemas respiratorios exquisitamente diseñados para el vuelo activo? ¿Ha visto usted un colibrí o una águila? Las interpretaciones de unas pocas especies raras a través del color del cristal de su narrativa no convencen. Deberían existir miles y miles de transiciones ilustrando cada etapa a lo largo del camino, si su narrativa fuese cierta. ¿Por qué no admite usted, junto con el anticreacionista Stephen Jay Gould, que la presencia de vacíos sistemáticos en el registro fósil es el secreto gremial de la paleontología? Volvamos a hablar de ello cuando esté documentado con datos reales; no se trata de extraer algunos casos extraños aislados para introducirlos a la fuerza en una narrativa inverosímil».
Fuente: Creation·Evolution Headlines - Anchiornis: Foot Feathers Confuse Bird Evolution Story 01/10/2009
Redacción: David Coppedge © 2009 Creation Safaris - www.creationsafaris.com
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2009 - www.sedin.org
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