"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca" Immanuel Kant
EL PODER DE LA SANGRE DE JESUCRISTO
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EL PODER DE LA SANGRE DE JESUCRISTO
Venid luego, (pronto sin dilatación, rápido) dice Jehová, y estemos a cuenta: (encontrarnos para ponernos al día en nuestras responsabilidades como hijos de Dios) si vuestros pecados fueren como la grana, (color rojo) como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1.18
INTRODUCCIÓN
El rojo es el color del corazón y la sangre representa la vida y el amor. Desde los primeros siglos del cristianismo, el rojo de la sangre representa básicamente el fundamento de la fe cristiana, pues Jesucristo al derramar su sangre en la cruz del calvario, nos permite presentarnos delante de Dios limpios y justificados. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Efesios 2.13
En el AT la sangre es tan respetada como símbolo de vida que incluso existen prohibiciones para comer sangre Lv. 17.11, 14. Cuando alguien cometía homicidio debía pagar con su propia sangre Gn. 9.6 según la ley para obtener perdón por el pecado es indispensable sacrificar la vida (sangre) de un sustituto, prefigurando el sacrificio de Cristo. Es decir la sangre de animales servia para expiación (borrar culpas por medio de un sacrificio) sobre el altar.
LA MUERTE ESLA PAGA POR EL PECADO: Desde el inicio de la historia con Adán y Eva y su pecado; es instituida la expiación; pues al matar Dios a los animales para sacar las pieles para vestir a Adán y Eva, obviamente debe derramar la sangre de sustitutos para poder cubrir el conocimiento de pecado que ahora tenían los patriarcas. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Gn 3.21 y luego después con la ley de Moisés Lv. 4: 5:14-6:7 se confirma esta acción expiatoria. Incluso vale añadir que según las enseñanzas en el NT también la paga del pecado es muerte, Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Rom. 6.23 Por lo tanto ya sea en el AT o NT la muerte es la paga por el pecado. Sin embargo la diferencia consiste en el tipo de sacrificios que se ofrecen, pues en el AT son animales los que ocupan el lugar del deudor, y en el NT la dinámica de la expiación, Dios la sustituye por la muerte ya no de animales porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Mateo 26.28 es decir Jesucristo toma el lugar de los animales y él es el sujeto a sacrificio, sin haber pecado y siendo hijo de Dios toma el lugar de quien debía pagar la deuda. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. II cor. 5.21
El SUSTITUTO EXPIATORIO: La muerte es el pago por el pecado y precisamente desde el AT vemos como la costumbre expiatoria consistía no en la muerte del deudor, sino aunque aparentemente injusto pero quien pagaba con su vida eran animales, puesto que es necesario el pago con sangre entonces estos tomaban el lugar del deudor.
Desde que entro el pecado en la humanidad hubo necesidad de pagar por todos los pecados de una vez por todas, puesto que los sacrificios únicamente cubrían algunos; y a pesar de esto si volviamos a pecar debíamos ofrecer mas sangre pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Hebreos 10.12
Jesucristo es el sustituto y por medio de su sangre podemos alcanzar la reconciliación con Dios
Nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Gal. 1.4
Así que, como por la trasgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Rom. 5.18-19
EL PERDONADO: El perdonado es aquel que confía en Jesucristo como su salvador personal, y acepta su sacrificio como el que lo limpia de toda maldad de pecado e inicia una relación personal con quien le ha salvado la vida. Después que hemos sido perdonados por el precio de la sangre de Jesucristo, ¿Qué nos corresponde hacer? Obviamente para alcanzar el favor de Dios no hicimos nada, sin embargo siendo ya perdonados el único que nos resta es:
Amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Mar. 12.33
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio (ofrenda) vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional (El verdadero acto de honor que se tributa a Dios según el entendimiento de su voluntad). No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Rom. 12.1-2
Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. I Juan 1.5-10
Estos pasajes resumen básicamente todo lo Dios espera de las personas que han sido perdonadas por el sacrificio universal de Jesucristo.
CONCLUSIÓN
El llamado para la salvación eterna de nuestra alma, consiste en acercarnos a Dios lo más rápido que podamos y recibamos el perdón por el sacrificio de Jesucristo, y de esa manera podamos tener acceso a la vida eterna en Dios. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
Martín Lutero, 1483-1546; después de Jesucristo y de Pablo, el hombre más grande de todos los siglos. Encabezó al mundo en su lucha de liberación de la institución más despótica de toda la historia; el "Fundador de la Civilización Protestante." Nació de padres pobres en Eisleben, 1483. Ingresó a la Universidad de Erfurt en 1501 para estudiar leyes. "Magnífico estudiante, gran conversador y polemista, muy sociable y buen músico", se graduó en un tiempo notablemente breve. En 1505, de pronto decidió ingresar a un monasterio. Monje ejemplar, y sumamente religioso, practicó todas las formas de ayunos y azotamientos, e inventó otras nuevas. Durante dos años soportó, como él decía, "tales angustias que ninguna pluma podrá describir." Un día en 1508, mientras leía la epístola a los romanos, de pronto vino la luz y la paz: "El justo vivirá por la fe." Vio por fin, que la salvación se recibía mediante la confianza en Dios por medio de Cristo, y no po
En el siglo XVII se abren nuevos horizontes en el saber humano. Esto que culminará con la enciclopedia un siglo más tarde es un período que no pasará desapercibido para el futuro. La ciencia no es únicamente un conocimiento teórico de las causas, se presenta como una oportunidad de crecimiento humano. Este conocimiento útil se erige con la certeza racional y evidente que le da solidez a sus propios planteamientos. Es el siglo de la física, las matemáticas, la geometría y las ciencias que no dependen de lo subjetivo. EL MÉTODO CARTESIANO Descartes propone un método que ha de ser matemático y universal, sea cual sea su aplicación o campo del saber a que se refiera. La definición de lo que él entiende por método la podemos encontrar en la Regla IV de su obra "Regulae ad directionem ingenii": "Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando inútilmen
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