El pez arquero: Otra muestra empirica del Creador.
En una de tantas otras maravillas del mundo como testimonio del Creador, la complejidad de los cálculos que tiene que realizar el pez arquero para alcanzar su objetivo va más allá de la enorme complejidad del aparato receptor de la visión: denota la programación de unos algoritmos de cálculo que tienen en cuenta los diversos parámetros físicos de telemetría, cálculo de trayectorias, índices de refracción, etc. «Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, que ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano del SEÑOR la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el espíritu de toda carne humana.» (Job 12:7-10)
PhysOrg reproducía la nota de prensa de la Universidad de Queensland, Australia, que decía:
«Los peces arqueros lanzan chorros de agua con una extraordinaria precisión a insectos a una distancia de hasta un metro o más por encima de la superficie del agua, a pesar de la distorsión que ocurre debido a que la luz se tuerce al pasar del aire al agua. Y esto lo hacen a la vez que permanecen atentos a potenciales predadores que se acerquen desde arriba o desde abajo», decía el director del equipo, Dr. Shelby Temple.
La nota de prensa indicaba que se sabe que la mayoría de los taxones vertebrados tienen diferencias en su sensibilidad a los colores a través de la retina, pero esta es la primera vez que se ha descubierto una función para este fenómeno. Según explicaba el doctor Temple: «La correlación que encontramos entre la sensibilidad a los colores del ojo del pez arquero para “mirar” en diferentes direcciones y el medio ambiente en aquellas diferentes direcciones indica que el ojo del pez arquero está sumamente ajustado a diferencias en la calidad espectral de la luz en diferentes direcciones».
El artículo intenta dar una explicación evolutiva para esta capacidad de los peces arqueros y de otros vertebrados. «Como se expone en este reportaje, cuando tienen unas tareas necesarias y específicas, los animales desarrollan a menudo unas extraordinarias adaptaciones para ayudarlos a sobrevivir», decía Justin Marshall, profesor de la Universidad y supervisor del doctor Temple. Pero esto da por supuesto que es así como los animales adquieren las adaptaciones, o que son capaces de querer llegar a poseerlas, o de saber que las necesitan, incluso en el caso de que pudieran. Su petición de principio empeora cuando comienza a mezclar términos evolutivos y términos que implican un diseño deliberado, y compara la evolución con ingeniería:
«La innovación de diseño aquí se llama “filtro adaptado”, donde el sistema visual tiene en cuenta el medio ambiente y, mediante evolución, se autoajusta al mundo externo. Bajo el agua, este mundo cambia más rápidamente de arriba abajo que en el aire, y los peces arqueros han desarrollado un ingenioso sistema para tener en cuenta este cambio y retener una visión exquisitamente ajustada en cada dirección a la vez. Este principio de diseño es algo de lo que podemos aprender en nuestros propios intentos de desarrollar diseños de ingeniería.»
¿Podríamos invertir este razonamiento? Si los ingenieros humanos fuesen a copiar los principios de diseño que se encuentran en el pez arquero, ¿se le llamaría evolución?
Los lectores sagaces ya habrán desarrollado su capacidad de detectar los trucos semánticos que usan los evolucionistas para disfrazar lo que, en ausencia de una creación divina, serían unos «milagros materialistas» tan imposibles como el automontaje espontáneo de un sistema óptico de alta precisión sin diseño y planificación, sin especificación de materiales ni organización del trabajo. Tan imposible como un reloj sin relojero. Según el lenguaje que utilizan, los animales «desarrollan» adaptaciones. Tenemos una «innovación en diseño» sin más explicación. Esta innovación se designa como «filtro adaptado». El sistema visual «tiene en cuenta el medio ambiente, y, mediante evolución se autoajusta». Los peces arqueros «han desarrollado un ingenioso sistema» que comporta un «principio de diseño». Es evidente que, al examinar las maravillas de la complejidad de la vida, los darwinistas no pueden abordarlas de forma coherente con su ideología materialista. En el fondo, persiste la realidad de un diseño no meramente aparente, sino real. El notorio ateo y materialista Richard Dawkins dice, en el prefacio de su libro El Relojero Ciego: «La biología es el estudio de cosas complicadas que presentan la apariencia de haber sido diseñadas con un propósito» (Barcelona, Labor 1988). Toda la argumentación que presenta para intentar negar la realidad del propósito y deliberación en las maravillas de diseño de las estructuras y funciones de la vida no es meramente insuficiente sino vacía, expresión del gran esfuerzo del programa de la filosofía materialista para excluir al Creador de Su creación. Por la misma cita de Dawkins vemos que los mismos evolucionistas encuentran irresistible la presencia de un diseño en la vida. La negación que hacen del designio expreso Dios en el diseño de las maravillas de la vida es una negación no racional, sino voluntarista.
Fuente: Creation·Evolution Headlines – Archer Fish Sees Clearly Up and Down
Redacción: David Coppedge © 2010 Creation Safaris - www.creationsafaris.com
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2010 - www.sedin.org
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