lunes, 29 de noviembre de 2010

Las causas inteligentes son reales y son parte integrante de la empresa científica

20 noviembre 2010 — Los evolucionistas intentan presentar el diseño inteligente como algo externo a la ciencia y que constituye una amenaza para la ciencia. En realidad, las técnicas de la detección o aplicación del diseño inteligente están en constante uso dentro de la ciencia, y ello desde hace tiempo. No es difícil encontrar ejemplos en una diversidad de campos de estudio.
  1. Arqueología: «La capacidad de distinguir entre cristales que se han formado naturalmente y aquellos que se han formado por actividad humana puede ser importante para los arqueólogos en sus estudios de campo», comenzaba un artículo en PhysOrg. Científicos de la Universidad Duke han «desarrollado un proceso que puede elucidar en cuestión de minutos el origen de muestras de miles de años de antigüedad». Por el simple examen de la manera en que están organizados los cristales de calcita pueden detectar si una roca es natural, o si procede de yeso elaborado por el hombre. Incidentalmente, esta técnica fue puesta a prueba «en un antiguo yacimiento en el centro de Israel en Tel Safit, cerca del lugar donde se cree que David dio muerte a Goliat», decía el artículo.

Cristales de calcita. Los medios científicos para distinguir entre calcita formada por causas naturales y la calcita formada deliberadamente son un ejemplo de los criterios aplicados para la detección del diseño inteligente. Imagen cortesía de Zimbres

En una nota relacionada, Science Daily informaba acerca de un equipo de la Universidad de Monash en Australia que afirma que ha descubierto «la más antigua herramienta para el afinado de bordes». Esto indica la capacidad de distinguir entre estructuras naturales y las trabajadas por manos humanas con un propósito, de forma deliberada.

  1. Biomimética: La ciencia de imitar diseños naturales es una forma de la ciencia del diseño inteligente en práctica (véase La ciencia centrada en el propósito descarta a Darwin). PhysOrg informaba acerca de trabajos por estudiantes de la Universidad de Newcastle que manipularon bacterias para formar un sellador para reparar grietas en hormigón. Hacían que las bacterias nadasen al interior de las grietas, donde los microorganismos «adhieren» los lados con sus secreciones. Esto puede hacer posible «prolongar la vida de estructuras cuya construcción tiene un gran impacto ambiental».

De forma similar, Science Daily decía que un investigador en la Universidad de Delft en los Países Bajos manipuló bacterias para que convirtiesen deshechos biológicos en plástico. Y luego también se informaba en New Scientist que estudiantes en Tokio consiguieron que bacterias E. coli resolvieran rompecabezas de Sudoku.

  1. El código en la nariz: Los códigos y la información son el repertorio del diseño inteligente: la comunicación de mensajes desde una entidad a otra. ¿Sabías que tienes un código en la nariz? (véase informaciones en inglés, 26/06/2005, 1/02/2008). Y es también sumamente sofisticado: «La codificación del olor en mamíferos es más compleja de lo que se había creído», informaba Science Daily. «Un nuevo estudio en Journal of General Physiology (JGP) expone que la contribución de receptores olfatorios (ORs) a la respuesta olfatoria en mamíferos es mucho más compleja de lo que antes se creía, con importantes consecuencias para la codificación y transferencia de información olfatoria al cerebro». Los patrones que estudiaron los investigadores en la Universidad Rockefeller «pueden contribuir en adelante a una insospechada información usada por el sistema olfatorio para la categorización de odorantes».

Otra reciente historia sobre codificación puede encontrarse en PNAS, donde científicos en la Universidad de John Hopkins descubrieron otra molécula que forma parte del «código de histonas» en genética (Véase en ¿Mera bioquímica? La división celular ..., apartado 3).

Otros ejemplos de la actual práctica científica que usa métodos del diseño inteligente incluyen el programa SETI (véase bajo SETI), la medicina forense, la paleoantropología (p. ej., el intento de determinar cuándo surgió el autoconocimiento), la ciencia informática, la ciencia de la información, la criptografía, la esteganografía, la investigación de operaciones, la neurociencia cognitiva, algunas teorías de la psicología, sociología, ciencias políticas, inteligencia artificial, robótica, optimización, historiografía, lingüística, filología —y, en el campo de la biología, se puede sostener que lo mismo sucede con la biofísica, la genética y la biología de sistemas.

La inteligencia tiene una presencia real. El designio es algo real. La información es una entidad real. Las causas inteligentes son reales. La cuestión no es si los investigadores en los campos mencionados creen en la evolución o en D.I. Muchos de los investigadores en estos campos probablemente son fervientes creyentes en la evolución. El punto central es que usan métodos fundamentados en el supuesto de que el diseño deliberado es detectable. Incluso un excursionista puede decir que tres piedras colocadas una encima de la otra fueron puestas al lado del camino con el propósito de comunicar un mensaje. Algunos sitios web como eSkeptic usan malabarismos dialécticos para negar esto, repitiendo que la comparación que hace el D.I. del programa SETI con diseño inteligente es un «error en categorías», o que el uso de la detección del diseño deliberado es «un punto de alejamiento», o afirmando que el investigador secular sabe por adelantado que el agente inteligente que se pueda descubrir será un humano (en el caso de la arqueología). Pero no es permisible definir la ciencia de modo que excluya de entrada las causas inteligentes y luego salir con la conclusión de que el diseño inteligente no es ciencia. Para ello, se tendría que considerar que mucho de la historia de la ciencia es acientífica, porque Newton, Kepler, John Ray, Linneo y muchos otros científicos realizaron ciencia de la mayor calidad en su búsqueda de comprender la mente del Diseñador. Además, los escépticos no tienen derecho a descalificar la empresa científica basándose en los motivos o las creencias de los científicos, ni debido a lo que sus datos puedan llevar a implicar. No existen criterios de demarcación que puedan excluir el diseño inteligente a priori en el campo de la ciencia. Se supone que la ciencia ha de representar un esfuerzo auténtico, sincero, por seguir los datos adónde lleven. Si se excluyen de entrada las causas inteligentes, se puede perder de vista la verdadera naturaleza de la realidad. Y la sinceridad en ciencia presupone de entrada una causa inteligente para su existencia.

El investigador en biomimética sabe que lo que busca imitar es un buen diseño. El bioquímico que está estudiando el código de las histonas sabe que lo que está incorporado en su estructura es un mensaje funcional. El investigador del proyecto SETI sabe que la recepción de un mensaje desvelará la existencia de propósito e intención —y en el caso particular del proyecto SETI, el investigador sabe por adelantado que la inteligencia será no humana; podría incluso ser robótica, angélica o demoníaca. ¿Cómo se podría saber? Las comparaciones entre el diseño inteligente y estas otras ciencias activas son evidentes y reales. Ninguna forma de malabarismo verbal puede disfrazar lo evidente, excepto que alguien esté dedicado a un diseño inteligente malévolo —en el que también creen los demonios, y que usan para causar perturbaciones.


LECTURA SUPLEMENTARIA:


Fuente: Creation·Evolution HeadlinesIntelligent Design Put to Good Scientific Use
20/11/2010 Redacción: David Coppedge © 2010 Creation Safaris - www.creationsafaris.com
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2010 - www.sedin.org
Usado con permiso del traductor para: www.culturacristiana.org

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