Universo Diseñado
En círculos de la Física, la Astronomía
y la Cosmología se ha revivido el argumento del Diseño. Paul Davies, entre algunos muy
conocidos, argumentan cómo la exactitud del ajuste de variables físicas y
cosmológicas apuntan a desmentir el argumento probabilístico del origen del
Universo. Antes bien todo apunta a un Diseño... ¡Y a un Diseñador!
Este sencillo artículo nos lleva
a examinar algunos de los argumentos más conocidos al respecto.
La química perfecta
El ambiente perfecto
El universo perfecto
La explicación del diseño
Desde que Darwin escribió El
origen de las especies (1859), muchos han creído que el diseño que se ve en el
universo se manifiesta en la naturaleza a través del proceso de la selección
natural y no a través de Dios. Pero últimamente se ha criticado seriamente la
teoría de la evolución porque no puede explicar ni el origen de la vida ni su
diversidad. (1) A consecuencia, aumenta la fuerza de diseño como evidencia para
una alternativa sobrenatural.
En cualquier caso, la evolución
biológica no puede explicar en absoluto el diseño que se ve en las cosas
materiales de la naturaleza. Y en este campo, los avances más recientes de la
ciencia han descubierto mucha más evidencia de diseño de lo que se conocía en
la época de Darwin, o aun en los años 70 del siglo XX. Vamos a considerar algo
de esta evidencia.
.
La química perfecta Ir arriba
Todo ser viviente en la Tierra
depende de la colaboración de muchas moléculas bioquímicas complejas que
contienen miles o hasta millones de átomos. Entre ésta se encuentran el ADN y
el ARN, sustancias que almacenan y transmiten informaciones por las cuales las
células vivas funcionan; y proteínas que proveen material estructural y que
aceleran las reacciones químicas para que las plantas y los animales puedan
responder con rapidez a los cambios externos. Estas moléculas son unas
estructuras enormemente complejas y detalladas, y realizan trabajos específicos
y especializados. Tal organización desafía seriamente la idea de que la vida
hubiera aparecido por casualidad y no por diseño. Pero ese tema no lo tratamos
aqui. (2)
A un nivel mucho más sencillo,
moléculas químicas tales como el carbono, el fósforo y el agua sugieren que la
vida no es algo que simplemente haya ocurrido. El carbono es el único elemento
existente que forma cadenas de una longitud casi ilimitada: una necesidad para
el ADN, el ARN y la proteína. Todo el carbono del universo se formó
aparentemente dentro de las estrellas y fue extendido por todo el espacio al
explotar las estrellas. Pero a través de dos “accidentes” coordinados, el
carbono, en vez de ser un elemento raro, es muy común. El carbono se forma a
través de una colisión poco habitual entre tres núcleos de helio. Resulta que
la temperatura dentro de las estrellas tiene la “resonancia” correcta para el
carbono, un nivel de energía que hace que estos núcleos se peguen anormalmente
bien. Si esta energía resonante fuera 4% más baja, el carbono sería un elemento
poco frecuente. Por otro lado, el carbono se combina fácilmente con otro núcleo
de helio para formar el oxígeno. Pero resulta que la energía de la combinación
está justamente por encima de la resonancia del oxígeno, haciendo imposible la
formación de este último elemento. Si la resonancia fuera solo 1% más alta,
casi todo el carbono se convertiría en oxígeno. En cualquier caso el carbono
sería poco frecuente, y la vida misma sería o poco habitual o inexistente. (3)
El fósforo es el único elemento
con una capacidad de formar compuestos (TFA,DFA) que pueden almacenar grandes
cantidades de energía. Sin estos compuestos, no habría vida animal compleja ya
que para la movilidad hace falta un método eficaz para el almacenamiento de
energía. Y sólo el fósforo, de entre todos los elementos, tiene esta capacidad.
Es como si el fósforo hubiera sido diseñado justamente para este propósito.
El agua es igual de excepcional
como el carbono o el fósforo. Su molécula (dos átomos de hidrógeno y uno de
oxígeno) es más ligera que las moléculas de nitrógeno u oxígeno, y así debería
de ser un gas a temperaturas aptas para la vida. Sin embargo, el agua forma
polímeros, combinaciones de dos o tres moléculas débilmente unidas, para que
sea en realidad un líquido a estas temperaturas. Como líquido, el agua forma la
base de la sangre animal, de la sabia de los árboles, y del plasma celular.
Pero cuando el agua se evapora, ya no forma polímeros. Esto permite que se
disperse en la atmósfera para que no sofoque la vida al quedarse en la
superficie de la Tierra en forma de un gas imposible de respirar. No hay otra
sustancia con estas propiedades.
El agua es a la vez un solvente
universal. Disuelve los sólidos químicos necesarios para que éstos circulen en
la sangre, en la sabia, y en las células vivas. Los demás líquidos que son
capaces de disolver un número comparable de sustancias químicas, son altamente
corrosivos y mortales para las cosas vivas.
El agua también es extraordinaria
por su capacidad de absorber grandes cantidades de calor en presencia de un
gran cambio de temperatura. Como resultado, el agua suaviza el clima de la
Tierra y ayuda a estabilizar la temperatura corporal de los animales. Hay pocas
sustancias que, como el agua, expanden al congelarse, en vez de contraerse.
Esto evita que los ríos y los lagos se congelen hasta el fondo (matando la vida
acuática), y ayuda en la formación de tierra al desintegrar las rocas. El agua
es verdaderamente una sustancia maravillosa. Al igual que el viajero en un día
de calor, el químico también puede decir, “¡No hay nada como el agua!” (4)
El ambiente perfecto Ir arriba
El ambiente de la Tierra es único
en el sistema solar y almenos muy poco habitual en nuestra galaxia. La
temperatura varía mucho desde los polos al ecuador, de verano a invierno, desde
el Mar Muerto hasta el Monte Everest. Sin embargo, la temperatura sube por
encima del punto de ebullición sólo cerca de volcanes y geysers. Las
temperaturas por debajo de 0 grados centígrados son mucho más comunes. No
obstante, los océanos nunca se congelan del todo, aún en las regiones árticas.
Al contrario, en Venus, nuestro vecino más cercano en dirección hacia el sol,
la temperatura llega a los 480 grados centígrados. En Marte, el siguiente
planeta después de la Tierra, la temperatura raras veces sube por encima de los
O grados centígrados aun en verano al nivel del ecuador. Solo la Tierra tiene
el ámbito idóneo de temperaturas para la vida: lo suficiente caliente como para
que el agua sea líquida, sin llegar a un nivel en el que las moléculas
complejas de la vida pudieran ser destruidas.
Hace falta una cantidad
sustancial de agua para mantener la vida, aunque algunos organismos poseen
técnicas para sobrevivir en ambientes secos. Tomando en cuenta el volumen de la
Tierra (desde el centro hasta la superficie), la cantidad de agua es pequeña.
Pero todo el agua se encuentra en la superficie, cubriendo dos tercios de la
Tierra de agua a una profundidad promedio de 5 kilómetros. La cantidad de agua
en Marte o en Venus, por el contrario, es pequeñísima.
La Tierra tiene la atmósfera
correcta. Unos porcentajes menos de oxígeno, y los animales no tendrían
suficiente para respirar. Unos porcentajes más y las plantas se quemarían.
Marte y Venus no tienen nada de oxígeno libre, lo cual es esencial para la
mayoría de los seres vivos.
La gravedad de la Tierra es
perfecta. Si la Tierra fuera un cuarto de su tamaño, la presión atmosférica
sería demasiado baja para la vida. Si fuera dos veces su tamaño, su atmósfera
tendría un efecto de invernadero, aumentando la temperatura lo suficiente como
para matarnos a todos.
La Tierra tiene un sol perfecto.
Un sol 20% más grande consumiría su combustible en cuestión de sólo 4 mil
millones de años. Para ahora, semejante sol habría entrado en su etapa de “rojo
gigante”, destruyendo la Tierra en su atmósfera. Por el contrario, si nuestro
sol fuera 20% más pequeño, no produciría suficiente luz azul, necesaria para
que las plantas produzcan eficazmente azúcar y oxígeno. Tanto el azúcar como el
oxígeno son imprescindibles para los animales, y éstos no pueden producir ni el
uno ni el otro. (5)
El sol no puede variar mucho en
su intensidad o la vida no sobrevive. De hecho, la luminosidad del sol ha
variado “demasiado” durante los últimos 4 mil millones de años, aumentando su
intensidad en un 25%. Pero la creación de las plantas llegó justo a tiempo. Al
calentarse más el sol, las plantas empezaron a quitar dióxido de carbono de la
atmósfera, reemplazándolo con oxígeno en cantidades perfectas para disminuir el
efecto invernadero y así mantener las temperaturas entre dos extremos en donde
las temperaturas sean compatibles con la existencia de la vida. (6)
Este comportamiento de parte de
las plantas sólo funcionó porque la distancia entre la Tierra y el sol es
perfecta. Si la distancia fuese un 5% menor, el efecto invernadero habría sido
demasiado fuerte durante la época prehistórica de la Tierra, las plantas no
habrían podido establecerse, y la Tierra sería un horno como Venus. Pero si la
distancia entre la Tierra y el sol fuera un 1% mayor, las temperaturas más
bajas de hace dos mil millones de años habrían producido una edad de hielo
imparable, y la Tierra sería ahora como la Antártida por todas partes. (7)
El universo perfecto Ir arriba
No sólo vivimos en un universo
que posee la química perfecta para mantener la vida, y en un planeta con el
ambiente perfecto para la vida sino que también son perfectas las fuerzas
básicas del universo. Si no fuera por el equilibrio preciso que existe entre
estas fuerzas, sería imposible la existencia de la vida en cualquier parte de
nuestro universo.
Hay sólo cuatro fuerzas básicas
de las que el hombre tiene conocimiento: la gravedad, el electromagnetismo, y
las fuerzas nucleares fuertes y débiles. El equilibrio entre estas fuerzas es
preciso, haciendo posible la vida como la conocemos. Considere el equilibrio
tan delicado entre la gravedad y la velocidad de expansión de nuestro universo.
Desde los años 20 del siglo XX, se sabe que nuestro universo se expande,
aparentemente como resultado de un evento conocido como “The Big Bang” (“La
gran explosión”) que ocurrió hace unos 15 - 20 mil millones de años. Los
cosmólogos siguen debatiendo sobre si el universo se seguirá expandiendo, o si
colapsará. En cualquier caso, la verdadera densidad de la materia en nuestro
universo se distingue por sólo un factor de diez de la llamada densidad
crítica, siendo ésta el punto de un equilibrio perfecto entre la expansión
permanente y la contracción eventual del universo. Pero para que hubiera
semejante cercanía a la densidad crítica después de unos 20 mil millones de
años de expansión, habrían sido necesarios unos ajustes muy precisos durante
los primeros momentos de la gran explosión. A 10 a la menos 43 segundos después
de la gran explosión, por ejemplo, --en el llamado tiempo Planck--la densidad
tendría que haber sido igual a la densidad crítica dividida en 10 a la 60. Si
hubiera sido ligeramente más alta, el universo se habría colapsado rápidamente
y la vida no habría podido formarse. Por el contrario, si la densidad hubiera
sido ligeramente menor, el universo se habría expandido rápidamente y no se
habrían formado ni galaxias, ni estrellas, ni planetas; y el resultado: nada de
vida. Así que la vida es el resultado de los ajustes precisos de la densidad de
materia y energía durante el tiempo Planck divididos en 10 a la 60. (8)
La vida depende de una cantidad
de elementos químicos pesados, sobre todo el carbono, el nitrógeno y el
oxígeno, pero solo el hidrógeno, el helio, y algunos de los elementos más
ligeros se formaron durante la gran explosión. Los demás se formaron dentro de
las estrellas. Las fuerzas nucleares fuertes y débiles controlan la operación
de las estrellas. Si la fuerte fuera menor de lo que es, no habría vida. Si
fuera sólo 50% menos potente, ni el hierro ni el carbono serían estables. Si
tuviera 5% menos de potencia, el elemento deuterio no existiría, y las
estrellas no podrían arder tal como lo hacen. Al contrario, si esta fuerza
llegara a ser 5% más fuerte, el diprotón sería estable y las estrellas arderían
de un forma catastrófica. La interacción potente tiene que estar perfectamente
equilibrada para que las estrellas y los elementos sean estables y así aporten
lo necesario para la química de vida.
La fuerza nuclear débil también
es importante. Todos menos los elementos más ligeros se forman dentro de las
estrellas durante su envejecimiento. Si no fuera por esta fuerza débil, estos
elementos quedarían atrapados dentro de las estrellas y no tendrían ningún
valor para la vida. Pero cuando una estrella ha agotado su combustible, se
empieza a colapsar, calentándose por dentro y produciendo un gran número de
neutrinos. Los neutrinos precipitan la explosión de la estrella, y así esparcen
sus elementos por el espacio. Estos elementos constituyen una parte de la
siguiente generación de estrellas, formando también los planetas que las
acompañan. Como resultado, la Tierra posee los elementos pesados tan necesarios
para la vida. Si la fuerza débil fuese menor de lo que es, los neutrinos se
escaparían tranquilamente, la estrella no explotaría, y los elementos pesados
se quedarían dentro. Si la fuerza débil fuese más potente, los mismos neutrinos
no podrían escaparse de la estrella, no tendríamos ninguna explosión y tampoco
se escaparían los elementos pesados. Así que, con pequeñas diferencias en la
fuerza débil, no habría elementos pesados fuera de las estrellas.
Consideremos otro equilibrio más,
también crítico. La gravedad es mucho más débil que el electromagnetismo (por
10 a la 37), no obstante, la gravedad domina en cuanto a distancias
astronómicas. ¿Por qué ocurre esto, ya que las dos son fuerzas de larga
distancia? La razón es que las cargas electromagnéticas tanto positivas como
negativas, ocurren en números iguales, y por eso a largas distancias, se
cancelan mutuamente. Pero, ¿por qué ocurren en números iguales? Los científicos
no saben la respuesta. La carga negativa principal es el electrón, un partícula
muy pequeña comparada con el protón, el cual es la principal carga positiva. La
teoría cosmológica moderna dice que al enfriarse el universo después de la gran
explosión, los protones tendrían que haberse extinguido en el frío mucho antes
que los electrones, y que no hay ninguna explicación para la igualdad de
números de electrones y protones. (9) De hecho, el número de electrones y
protones que sobraban tuvieron que ser iguales hasta dentro de una parte en 10
a la 37. De no haber sido así, nuestro universo estaría dominado por el
electromagnetismo, y no habría vida tal como la conocemos.
En resumen, parece que con sólo
unos cambios muy pequeños en la potencia o en el equilibrio de estas fuerzas,
el resultado sería un universo incapaz de mantener ningún tipo de vida dentro
de lo que podríamos imaginar. ¿Cuál debe de ser nuestra conclusión? La
explicación más sencilla es que vivimos en un universo que ha sido diseñado.
La explicación del diseño Ir arriba
Los científicos han estado
examinado el problema durante varios años. Como señala Stephen Hawking:
Es muy remota la probabilidad de
que un universo semejante al nuestro resultara a través de una gran explosión.
Creo que hay unas implicaciones claramente religiosas siempre que empiezas a
especular sobre el origen del universo. Tiene que haber alusiones religiosas.
Pero creo que la mayoría de los científicos quieren evitar el lado religioso
del asunto. (10)
Al evitar las explicaciones
religiosas, algunos han sugerido que este aparente diseño es simplemente un
accidente de observación. Se puede aceptar que la vida sería imposible sin que
todos los factores salieran perfectamente bien. Pero si la vida fuera
imposible, ¡tampoco estaríamos aquí nosotros para observar tal universo! Al
contrario, los observadores pertenecen solamente a un universo donde todo ha salido
a la perfección. Esta explicación, de que el orden en nuestro universo es
solamente un accidente de observación, se llama el principio antrópico ( o más
bien, el principio antrópico débil)
Esto es muy listo, y en cierta
forma, es verdad. No obstante, da por sentado que nuestro universo es una
aberración de una probabilidad astronómicamente pequeña. Como explicación, es
muy inferior metodológicamente a cualquier otra teoría en la cual un universo
como el nuestro es una posibilidad. Pero si existe el Dios de la Biblia,
resultaría muy probable un universo diseñado como el nuestro en lugar de la
sorpresa que figura en las teorías de un universo accidental.
De aquellos que favorecen el
principio antrópico, no todos se conforman con el principio débil que acabamos
de describir. Algunos se han aprovechado del misticismo oriental, el panteísmo
o algo igualmente esotérico para proponer un principio antrópico fuerte: el
hombre ha causado que el mundo sea perfecto para la existencia de la vida y de
la humanidad, sea porque el hombre es una parte de Dios, o sea porque las
causas producen efectos hacia atrás en el tiempo. Estas tesis intentan dar una
explicación adecuada para el diseño, siendo éste el defecto más serio del
principio antrópico débil. Al evaluar estos puntos de vista, hay que examinar y
comparar su evidencia con la evidencia que apoya la existencia del Dios de la
Biblia. Para mí, no hay punto de comparación. (11)
¿Qué concluimos? Para mí, hay más
evidencia de que vivimos en un universo que ha sido creado de una forma
sobrenatural. La evidencia del diseño, de que el universo tuvo un principio, de
que la organización en las cosas vivientes está mucho más allá de lo que los
procesos desordenados pudieran producir—todo esto conspira con la evidencia bíblica
(12) para indicar que el Dios del universo es el Dios de la Biblia.
Pero, según la Biblia, Dios
quiere que hagamos más que sólo entender el mundo en el que vivimos. Quiere que
lo amemos a Él con todo nuestro ser, y que amemos al prójimo como a nosotros
mismos. Y en esto fallamos continuamente. Si tenemos que ponernos delante de
Dios algún día para responder a la manera en la que hemos vivido, ¿qué podremos
decir?
En su amor y misericordia, Dios
ha proveído una solución. Hace unos dos mil años, Dios se hizo hombre; el autor
entró en su propia historia. Como Jesús de Nazaret, vivió una vida de
obediencia completa, algo que no hacemos nunca. Si confiamos en Su obra
redentora, que Él hizo por nosotros, es como si lo hubiéramos hecho nosotros
mismos. En unas horas clavado en una cruz romana, Jesús sufrió tal sufrimiento
que a nosotros nos costaría toda la eternidad. Si confiamos en Él, Su
sufrimiento toma el lugar del nuestro.
Este es el Dios que
verdaderamente existe. A cada uno de nosotros -- y a usted también – se nos ha
dado esta oportunidad de dejar una vida de autogratificación vacía y encontrar
en su lugar el gozo verdadero de conocer personalmente al Dios que hizo el
universo. usted puede elegir entrar en esta relación ahora mismo.
Robert C. Newman, Ph.D.,
Astrofísica, Universidad de
Cornell.
Catedrático, Seminario Teológico
de la Biblia
(Usado con Permiso)
Traducido por: Darío Fox (2002
©1997 by the American Scientific
Affiliation (Asociación Científica Americana)
Para más evidencia sobre la
verdad del cristianismo, pide un catálogo gratis de literatura: IBRI, P.O. Box
423, Hatfield, PA 19440 USA
(1) Véase, por ejemplo, Michael
Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, MD: Adler and Adler, 1985);
Gordon Rattray Taylor, The Great Evolution Mystery (New York: Harper and Row,
1983); Charles B. Thaxton, Walter L. Bradley y Roger L. Olson, The Mystery of
Life's Origin (New York: Philosophical Library, 1984).
(2) Además de los títulos antes
citados, véase Fred Hoyle and Chandra Wickramsinghe, Evolution From Space: A
Theory of Cosmic Creationism (New York: Simon and Schuster, 1981).
(3) Fred Hoyle, Galaxies, Nuclei
and Quasars (New York: Harper and Row, 1965), pág. 147-50.
(4) Para más información sobre
estos temas, véase Allan Hayward, God Is (Nashville: Thomas Nelson, 1980).
(5) Michael Hart,
"Atmospheric Evolution," in Extraterrestrials, Where Are They? ed.
Michael H. Hart y Ben Zuckerman (New York: Pergamon, 1982), 156. Véase también
la referencia 7, más abajo.
(6) Owen Gingerich, "Let
There Be Light: Modern Cosmogony and Biblical creation," En Is God a
Creationist? editado por Roland Mushat Frye (New York: Charles Scribner’s Sons,
1983), 132-3.
(7) Michael Hart, “Habitable
Zones about Main Sequence Stars,” Icarus 37 (1979), 351-7. Para más evidencia
de este tipo, véase Hugh Ross, The Fingerprint of God (Orange, CA: Promise,
1989).
(8) La mayoría de los puntos de
esta parte se exploran en P. C. W. Davies, The Accidental Universe (Cambridge:
Cambridge University Press, 1982); con más brevedad en John Boslough, Stephen
Hawking's Universe, (New York: William Morrow, 1985), chap. 9.
(9) Sobre la formación de las
varias partículas elementales al enfriarse el universo después de la gran
explosión, véase Steven Weinberg, The First Three Minutes (New York: Bantam,
1979).
(10) Boslough, Hawking's
Universe, 121.
(11) Véase, por ejemplo, Kenny
Barfield, Why the Bible is Number 1: The World's Sacred Writings in the Light
of Science (Grand Rapids: Baker, 1988).
(12) Véase, por ejemplo, John
Wenham, The Easter Enigma, (Grand Rapids: Zondervan, 1983); Robert C. Newman,
ed., The Evidence of Prophecy (Hatfield, PA: IBRI, 1988).
Fuente: © 1999-2002 Mente Abierta
www.menteabierta.org
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