miércoles, 14 de septiembre de 2011

Universo Diseñado


En círculos de la Física, la Astronomía y la Cosmología se ha revivido el argumento del Diseño. Paul Davies, entre algunos muy conocidos, argumentan cómo la exactitud del ajuste de variables físicas y cosmológicas apuntan a desmentir el argumento probabilístico del origen del Universo. Antes bien todo apunta a un Diseño... ¡Y a un Diseñador!

Este sencillo artículo nos lleva a examinar algunos de los argumentos más conocidos al respecto.


La química perfecta

El ambiente perfecto

El universo perfecto

La explicación del diseño


Desde que Darwin escribió El origen de las especies (1859), muchos han creído que el diseño que se ve en el universo se manifiesta en la naturaleza a través del proceso de la selección natural y no a través de Dios. Pero últimamente se ha criticado seriamente la teoría de la evolución porque no puede explicar ni el origen de la vida ni su diversidad. (1) A consecuencia, aumenta la fuerza de diseño como evidencia para una alternativa sobrenatural.

En cualquier caso, la evolución biológica no puede explicar en absoluto el diseño que se ve en las cosas materiales de la naturaleza. Y en este campo, los avances más recientes de la ciencia han descubierto mucha más evidencia de diseño de lo que se conocía en la época de Darwin, o aun en los años 70 del siglo XX. Vamos a considerar algo de esta evidencia.
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La química perfecta    Ir arriba
Todo ser viviente en la Tierra depende de la colaboración de muchas moléculas bioquímicas complejas que contienen miles o hasta millones de átomos. Entre ésta se encuentran el ADN y el ARN, sustancias que almacenan y transmiten informaciones por las cuales las células vivas funcionan; y proteínas que proveen material estructural y que aceleran las reacciones químicas para que las plantas y los animales puedan responder con rapidez a los cambios externos. Estas moléculas son unas estructuras enormemente complejas y detalladas, y realizan trabajos específicos y especializados. Tal organización desafía seriamente la idea de que la vida hubiera aparecido por casualidad y no por diseño. Pero ese tema no lo tratamos aqui. (2)
A un nivel mucho más sencillo, moléculas químicas tales como el carbono, el fósforo y el agua sugieren que la vida no es algo que simplemente haya ocurrido. El carbono es el único elemento existente que forma cadenas de una longitud casi ilimitada: una necesidad para el ADN, el ARN y la proteína. Todo el carbono del universo se formó aparentemente dentro de las estrellas y fue extendido por todo el espacio al explotar las estrellas. Pero a través de dos “accidentes” coordinados, el carbono, en vez de ser un elemento raro, es muy común. El carbono se forma a través de una colisión poco habitual entre tres núcleos de helio. Resulta que la temperatura dentro de las estrellas tiene la “resonancia” correcta para el carbono, un nivel de energía que hace que estos núcleos se peguen anormalmente bien. Si esta energía resonante fuera 4% más baja, el carbono sería un elemento poco frecuente. Por otro lado, el carbono se combina fácilmente con otro núcleo de helio para formar el oxígeno. Pero resulta que la energía de la combinación está justamente por encima de la resonancia del oxígeno, haciendo imposible la formación de este último elemento. Si la resonancia fuera solo 1% más alta, casi todo el carbono se convertiría en oxígeno. En cualquier caso el carbono sería poco frecuente, y la vida misma sería o poco habitual o inexistente. (3)

El fósforo es el único elemento con una capacidad de formar compuestos (TFA,DFA) que pueden almacenar grandes cantidades de energía. Sin estos compuestos, no habría vida animal compleja ya que para la movilidad hace falta un método eficaz para el almacenamiento de energía. Y sólo el fósforo, de entre todos los elementos, tiene esta capacidad. Es como si el fósforo hubiera sido diseñado justamente para este propósito.

El agua es igual de excepcional como el carbono o el fósforo. Su molécula (dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno) es más ligera que las moléculas de nitrógeno u oxígeno, y así debería de ser un gas a temperaturas aptas para la vida. Sin embargo, el agua forma polímeros, combinaciones de dos o tres moléculas débilmente unidas, para que sea en realidad un líquido a estas temperaturas. Como líquido, el agua forma la base de la sangre animal, de la sabia de los árboles, y del plasma celular. Pero cuando el agua se evapora, ya no forma polímeros. Esto permite que se disperse en la atmósfera para que no sofoque la vida al quedarse en la superficie de la Tierra en forma de un gas imposible de respirar. No hay otra sustancia con estas propiedades.

El agua es a la vez un solvente universal. Disuelve los sólidos químicos necesarios para que éstos circulen en la sangre, en la sabia, y en las células vivas. Los demás líquidos que son capaces de disolver un número comparable de sustancias químicas, son altamente corrosivos y mortales para las cosas vivas.

El agua también es extraordinaria por su capacidad de absorber grandes cantidades de calor en presencia de un gran cambio de temperatura. Como resultado, el agua suaviza el clima de la Tierra y ayuda a estabilizar la temperatura corporal de los animales. Hay pocas sustancias que, como el agua, expanden al congelarse, en vez de contraerse. Esto evita que los ríos y los lagos se congelen hasta el fondo (matando la vida acuática), y ayuda en la formación de tierra al desintegrar las rocas. El agua es verdaderamente una sustancia maravillosa. Al igual que el viajero en un día de calor, el químico también puede decir, “¡No hay nada como el agua!” (4)


El ambiente perfecto    Ir arriba
El ambiente de la Tierra es único en el sistema solar y almenos muy poco habitual en nuestra galaxia. La temperatura varía mucho desde los polos al ecuador, de verano a invierno, desde el Mar Muerto hasta el Monte Everest. Sin embargo, la temperatura sube por encima del punto de ebullición sólo cerca de volcanes y geysers. Las temperaturas por debajo de 0 grados centígrados son mucho más comunes. No obstante, los océanos nunca se congelan del todo, aún en las regiones árticas. Al contrario, en Venus, nuestro vecino más cercano en dirección hacia el sol, la temperatura llega a los 480 grados centígrados. En Marte, el siguiente planeta después de la Tierra, la temperatura raras veces sube por encima de los O grados centígrados aun en verano al nivel del ecuador. Solo la Tierra tiene el ámbito idóneo de temperaturas para la vida: lo suficiente caliente como para que el agua sea líquida, sin llegar a un nivel en el que las moléculas complejas de la vida pudieran ser destruidas.

Hace falta una cantidad sustancial de agua para mantener la vida, aunque algunos organismos poseen técnicas para sobrevivir en ambientes secos. Tomando en cuenta el volumen de la Tierra (desde el centro hasta la superficie), la cantidad de agua es pequeña. Pero todo el agua se encuentra en la superficie, cubriendo dos tercios de la Tierra de agua a una profundidad promedio de 5 kilómetros. La cantidad de agua en Marte o en Venus, por el contrario, es pequeñísima.

La Tierra tiene la atmósfera correcta. Unos porcentajes menos de oxígeno, y los animales no tendrían suficiente para respirar. Unos porcentajes más y las plantas se quemarían. Marte y Venus no tienen nada de oxígeno libre, lo cual es esencial para la mayoría de los seres vivos.

La gravedad de la Tierra es perfecta. Si la Tierra fuera un cuarto de su tamaño, la presión atmosférica sería demasiado baja para la vida. Si fuera dos veces su tamaño, su atmósfera tendría un efecto de invernadero, aumentando la temperatura lo suficiente como para matarnos a todos.

La Tierra tiene un sol perfecto. Un sol 20% más grande consumiría su combustible en cuestión de sólo 4 mil millones de años. Para ahora, semejante sol habría entrado en su etapa de “rojo gigante”, destruyendo la Tierra en su atmósfera. Por el contrario, si nuestro sol fuera 20% más pequeño, no produciría suficiente luz azul, necesaria para que las plantas produzcan eficazmente azúcar y oxígeno. Tanto el azúcar como el oxígeno son imprescindibles para los animales, y éstos no pueden producir ni el uno ni el otro. (5)

El sol no puede variar mucho en su intensidad o la vida no sobrevive. De hecho, la luminosidad del sol ha variado “demasiado” durante los últimos 4 mil millones de años, aumentando su intensidad en un 25%. Pero la creación de las plantas llegó justo a tiempo. Al calentarse más el sol, las plantas empezaron a quitar dióxido de carbono de la atmósfera, reemplazándolo con oxígeno en cantidades perfectas para disminuir el efecto invernadero y así mantener las temperaturas entre dos extremos en donde las temperaturas sean compatibles con la existencia de la vida. (6)

Este comportamiento de parte de las plantas sólo funcionó porque la distancia entre la Tierra y el sol es perfecta. Si la distancia fuese un 5% menor, el efecto invernadero habría sido demasiado fuerte durante la época prehistórica de la Tierra, las plantas no habrían podido establecerse, y la Tierra sería un horno como Venus. Pero si la distancia entre la Tierra y el sol fuera un 1% mayor, las temperaturas más bajas de hace dos mil millones de años habrían producido una edad de hielo imparable, y la Tierra sería ahora como la Antártida por todas partes. (7)


El universo perfecto    Ir arriba
No sólo vivimos en un universo que posee la química perfecta para mantener la vida, y en un planeta con el ambiente perfecto para la vida sino que también son perfectas las fuerzas básicas del universo. Si no fuera por el equilibrio preciso que existe entre estas fuerzas, sería imposible la existencia de la vida en cualquier parte de nuestro universo.

Hay sólo cuatro fuerzas básicas de las que el hombre tiene conocimiento: la gravedad, el electromagnetismo, y las fuerzas nucleares fuertes y débiles. El equilibrio entre estas fuerzas es preciso, haciendo posible la vida como la conocemos. Considere el equilibrio tan delicado entre la gravedad y la velocidad de expansión de nuestro universo. Desde los años 20 del siglo XX, se sabe que nuestro universo se expande, aparentemente como resultado de un evento conocido como “The Big Bang” (“La gran explosión”) que ocurrió hace unos 15 - 20 mil millones de años. Los cosmólogos siguen debatiendo sobre si el universo se seguirá expandiendo, o si colapsará. En cualquier caso, la verdadera densidad de la materia en nuestro universo se distingue por sólo un factor de diez de la llamada densidad crítica, siendo ésta el punto de un equilibrio perfecto entre la expansión permanente y la contracción eventual del universo. Pero para que hubiera semejante cercanía a la densidad crítica después de unos 20 mil millones de años de expansión, habrían sido necesarios unos ajustes muy precisos durante los primeros momentos de la gran explosión. A 10 a la menos 43 segundos después de la gran explosión, por ejemplo, --en el llamado tiempo Planck--la densidad tendría que haber sido igual a la densidad crítica dividida en 10 a la 60. Si hubiera sido ligeramente más alta, el universo se habría colapsado rápidamente y la vida no habría podido formarse. Por el contrario, si la densidad hubiera sido ligeramente menor, el universo se habría expandido rápidamente y no se habrían formado ni galaxias, ni estrellas, ni planetas; y el resultado: nada de vida. Así que la vida es el resultado de los ajustes precisos de la densidad de materia y energía durante el tiempo Planck divididos en 10 a la 60. (8)

La vida depende de una cantidad de elementos químicos pesados, sobre todo el carbono, el nitrógeno y el oxígeno, pero solo el hidrógeno, el helio, y algunos de los elementos más ligeros se formaron durante la gran explosión. Los demás se formaron dentro de las estrellas. Las fuerzas nucleares fuertes y débiles controlan la operación de las estrellas. Si la fuerte fuera menor de lo que es, no habría vida. Si fuera sólo 50% menos potente, ni el hierro ni el carbono serían estables. Si tuviera 5% menos de potencia, el elemento deuterio no existiría, y las estrellas no podrían arder tal como lo hacen. Al contrario, si esta fuerza llegara a ser 5% más fuerte, el diprotón sería estable y las estrellas arderían de un forma catastrófica. La interacción potente tiene que estar perfectamente equilibrada para que las estrellas y los elementos sean estables y así aporten lo necesario para la química de vida.

La fuerza nuclear débil también es importante. Todos menos los elementos más ligeros se forman dentro de las estrellas durante su envejecimiento. Si no fuera por esta fuerza débil, estos elementos quedarían atrapados dentro de las estrellas y no tendrían ningún valor para la vida. Pero cuando una estrella ha agotado su combustible, se empieza a colapsar, calentándose por dentro y produciendo un gran número de neutrinos. Los neutrinos precipitan la explosión de la estrella, y así esparcen sus elementos por el espacio. Estos elementos constituyen una parte de la siguiente generación de estrellas, formando también los planetas que las acompañan. Como resultado, la Tierra posee los elementos pesados tan necesarios para la vida. Si la fuerza débil fuese menor de lo que es, los neutrinos se escaparían tranquilamente, la estrella no explotaría, y los elementos pesados se quedarían dentro. Si la fuerza débil fuese más potente, los mismos neutrinos no podrían escaparse de la estrella, no tendríamos ninguna explosión y tampoco se escaparían los elementos pesados. Así que, con pequeñas diferencias en la fuerza débil, no habría elementos pesados fuera de las estrellas.

Consideremos otro equilibrio más, también crítico. La gravedad es mucho más débil que el electromagnetismo (por 10 a la 37), no obstante, la gravedad domina en cuanto a distancias astronómicas. ¿Por qué ocurre esto, ya que las dos son fuerzas de larga distancia? La razón es que las cargas electromagnéticas tanto positivas como negativas, ocurren en números iguales, y por eso a largas distancias, se cancelan mutuamente. Pero, ¿por qué ocurren en números iguales? Los científicos no saben la respuesta. La carga negativa principal es el electrón, un partícula muy pequeña comparada con el protón, el cual es la principal carga positiva. La teoría cosmológica moderna dice que al enfriarse el universo después de la gran explosión, los protones tendrían que haberse extinguido en el frío mucho antes que los electrones, y que no hay ninguna explicación para la igualdad de números de electrones y protones. (9) De hecho, el número de electrones y protones que sobraban tuvieron que ser iguales hasta dentro de una parte en 10 a la 37. De no haber sido así, nuestro universo estaría dominado por el electromagnetismo, y no habría vida tal como la conocemos.

En resumen, parece que con sólo unos cambios muy pequeños en la potencia o en el equilibrio de estas fuerzas, el resultado sería un universo incapaz de mantener ningún tipo de vida dentro de lo que podríamos imaginar. ¿Cuál debe de ser nuestra conclusión? La explicación más sencilla es que vivimos en un universo que ha sido diseñado.


La explicación del diseño    Ir arriba
Los científicos han estado examinado el problema durante varios años. Como señala Stephen Hawking:

Es muy remota la probabilidad de que un universo semejante al nuestro resultara a través de una gran explosión. Creo que hay unas implicaciones claramente religiosas siempre que empiezas a especular sobre el origen del universo. Tiene que haber alusiones religiosas. Pero creo que la mayoría de los científicos quieren evitar el lado religioso del asunto. (10)

Al evitar las explicaciones religiosas, algunos han sugerido que este aparente diseño es simplemente un accidente de observación. Se puede aceptar que la vida sería imposible sin que todos los factores salieran perfectamente bien. Pero si la vida fuera imposible, ¡tampoco estaríamos aquí nosotros para observar tal universo! Al contrario, los observadores pertenecen solamente a un universo donde todo ha salido a la perfección. Esta explicación, de que el orden en nuestro universo es solamente un accidente de observación, se llama el principio antrópico ( o más bien, el principio antrópico débil)

Esto es muy listo, y en cierta forma, es verdad. No obstante, da por sentado que nuestro universo es una aberración de una probabilidad astronómicamente pequeña. Como explicación, es muy inferior metodológicamente a cualquier otra teoría en la cual un universo como el nuestro es una posibilidad. Pero si existe el Dios de la Biblia, resultaría muy probable un universo diseñado como el nuestro en lugar de la sorpresa que figura en las teorías de un universo accidental.

De aquellos que favorecen el principio antrópico, no todos se conforman con el principio débil que acabamos de describir. Algunos se han aprovechado del misticismo oriental, el panteísmo o algo igualmente esotérico para proponer un principio antrópico fuerte: el hombre ha causado que el mundo sea perfecto para la existencia de la vida y de la humanidad, sea porque el hombre es una parte de Dios, o sea porque las causas producen efectos hacia atrás en el tiempo. Estas tesis intentan dar una explicación adecuada para el diseño, siendo éste el defecto más serio del principio antrópico débil. Al evaluar estos puntos de vista, hay que examinar y comparar su evidencia con la evidencia que apoya la existencia del Dios de la Biblia. Para mí, no hay punto de comparación. (11)

¿Qué concluimos? Para mí, hay más evidencia de que vivimos en un universo que ha sido creado de una forma sobrenatural. La evidencia del diseño, de que el universo tuvo un principio, de que la organización en las cosas vivientes está mucho más allá de lo que los procesos desordenados pudieran producir—todo esto conspira con la evidencia bíblica (12) para indicar que el Dios del universo es el Dios de la Biblia.

Pero, según la Biblia, Dios quiere que hagamos más que sólo entender el mundo en el que vivimos. Quiere que lo amemos a Él con todo nuestro ser, y que amemos al prójimo como a nosotros mismos. Y en esto fallamos continuamente. Si tenemos que ponernos delante de Dios algún día para responder a la manera en la que hemos vivido, ¿qué podremos decir?

En su amor y misericordia, Dios ha proveído una solución. Hace unos dos mil años, Dios se hizo hombre; el autor entró en su propia historia. Como Jesús de Nazaret, vivió una vida de obediencia completa, algo que no hacemos nunca. Si confiamos en Su obra redentora, que Él hizo por nosotros, es como si lo hubiéramos hecho nosotros mismos. En unas horas clavado en una cruz romana, Jesús sufrió tal sufrimiento que a nosotros nos costaría toda la eternidad. Si confiamos en Él, Su sufrimiento toma el lugar del nuestro.

Este es el Dios que verdaderamente existe. A cada uno de nosotros -- y a usted también – se nos ha dado esta oportunidad de dejar una vida de autogratificación vacía y encontrar en su lugar el gozo verdadero de conocer personalmente al Dios que hizo el universo. usted puede elegir entrar en esta relación ahora mismo.




Robert C. Newman, Ph.D.,
Astrofísica, Universidad de Cornell.
Catedrático, Seminario Teológico de la Biblia
(Usado con Permiso)


Traducido por: Darío Fox (2002

©1997 by the American Scientific Affiliation (Asociación Científica Americana)

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(1) Véase, por ejemplo, Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, MD: Adler and Adler, 1985); Gordon Rattray Taylor, The Great Evolution Mystery (New York: Harper and Row, 1983); Charles B. Thaxton, Walter L. Bradley y Roger L. Olson, The Mystery of Life's Origin (New York: Philosophical Library, 1984).

(2) Además de los títulos antes citados, véase Fred Hoyle and Chandra Wickramsinghe, Evolution From Space: A Theory of Cosmic Creationism (New York: Simon and Schuster, 1981).

(3) Fred Hoyle, Galaxies, Nuclei and Quasars (New York: Harper and Row, 1965), pág. 147-50.

(4) Para más información sobre estos temas, véase Allan Hayward, God Is (Nashville: Thomas Nelson, 1980).

(5) Michael Hart, "Atmospheric Evolution," in Extraterrestrials, Where Are They? ed. Michael H. Hart y Ben Zuckerman (New York: Pergamon, 1982), 156. Véase también la referencia 7, más abajo.

(6) Owen Gingerich, "Let There Be Light: Modern Cosmogony and Biblical creation," En Is God a Creationist? editado por Roland Mushat Frye (New York: Charles Scribner’s Sons, 1983), 132-3.

(7) Michael Hart, “Habitable Zones about Main Sequence Stars,” Icarus 37 (1979), 351-7. Para más evidencia de este tipo, véase Hugh Ross, The Fingerprint of God (Orange, CA: Promise, 1989).

(8) La mayoría de los puntos de esta parte se exploran en P. C. W. Davies, The Accidental Universe (Cambridge: Cambridge University Press, 1982); con más brevedad en John Boslough, Stephen Hawking's Universe, (New York: William Morrow, 1985), chap. 9.

(9) Sobre la formación de las varias partículas elementales al enfriarse el universo después de la gran explosión, véase Steven Weinberg, The First Three Minutes (New York: Bantam, 1979).

(10) Boslough, Hawking's Universe, 121.

(11) Véase, por ejemplo, Kenny Barfield, Why the Bible is Number 1: The World's Sacred Writings in the Light of Science (Grand Rapids: Baker, 1988).

(12) Véase, por ejemplo, John Wenham, The Easter Enigma, (Grand Rapids: Zondervan, 1983); Robert C. Newman, ed., The Evidence of Prophecy (Hatfield, PA: IBRI, 1988).

Fuente: © 1999-2002 Mente Abierta www.menteabierta.org

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