¿ES CORRECTO INDEMNIZAR A LOS PASTORES?
¿ES CORRECTO QUE ALGUNAS DENOMINACIONES INDEMNIZEN AL PASTOR DENTRO DE LAS PRESTACIONES A PAGAR POR PARTE DE LA IGLESIA?
Por: Edgar Ramírez
Maestro de Educación Cristiana
INDEMNIZACION A MINISTROS DE CULTO: UN ABSURDO
Con el pasar del tiempo dentro de la administración de las iglesias se han tomado formas nuevas en los lineamientos que regulan los procedimientos en cuanto al funcionamiento y forma de gobierno de las iglesias.
Y dentro de todo este acoplo a las nuevas formas de la organización y administración de las iglesias, se han tomado muchas figuras de la administración secular. El punto es que dentro de mejor administración existe en la iglesia las cosas deberían funcionar mejor, y que bien por estar llevando a la practica en el ámbito eclesiástico practicas de una correcta administración en todos los sentidos, pues incluso la biblia nos demanda orden y una correcta mayordomía (administración) en cuanto a los bienes que Dios nos ha confiado como iglesia.
Existen muchas iglesias que han adoptado en sus formas de gobierno, una administración lo más sensata y que muestra integridad; desde la administración financiera, hasta la administración de la palabra de Dios y esto en cuanto a la estructura doctrinal de la iglesia cristiana ¡ y que bueno ! porque todo esto es coherente con los requerimientos de una iglesia sana.
Sin embargo dentro de la adopción de las prácticas administrativas de corriente moderna, se ha recurrido a figuras que cuando se analizan con un ojo riguroso en cuanto al significado propio de dichas prácticas, encontraremos algunas incompatibilidades en relación directa a la fe cristiana, y como tema para reflexionar tratare acerca de la retribución de los obreros (pastores)
Para todo conocedor de la enseñanza bíblica, sabrá que el pago de un salario para un pastor por el trabajo que realice en la obra de Dios, es totalmente admisible dentro de los ordenes eclesiásticos, y ello porque la biblia enseña que todo obrero es digno de su salario y aun mas cuando este obrero esta entregado al servicio de "la obra de Dios"; por lo tanto es correcto que un ministro tenga cierta retribución por su trabajo, y esta retribución tiene que ser una cantidad de dinero u otro tipo forma de pago que lo avale toda la congregación, puesto que una iglesia organizada tiene su reglamento interno y bajo él se tiene que regir toda la iglesia.
Cuando hablamos de adoptar una forma de retribución en la que se tenga que observar ciertas normas seculares, normalmente aparte del pago mensual, quincenal o como sea; también existen otras figuras de retribución, por ejemplo la indemnización universal; muchas iglesias han adoptado tan rigurosamente los parámetros seculares con los que se regula el pago de las labores del pastor; que incluso en reuniones plenarias se ha establecido el pago de una indemnización por el tiempo laborado en los oficios eclesiásticos; y es allí donde veo que se nos comienza a contraponer la filosofía cristiana en cuanto a la interpretación de la indemnización; pues por un lado eso ya no parece la retribución a un servidor de Dios, sino a un trabajador secular; por otro lado la palabra indemnización significa el pago (resarcimiento) por un daño causado, en otras palabras se indemniza cuando se causa un daño, o perjuicio.
Para un trabajador secular es absolutamente entendible los daños que se le pueden ocasionar, empezando por el costo de oportunidad del tiempo que uso para ejercer un trabajo, sin tocar otros temas importantes que tienen que ver con la obligación del patrón de retribuir a conciencia todo lo que bajo la condición de la ley laboral deba cumplirse.
Sin embargo cuando hablamos de indemnizar a un ministro de culto, es algo absurdo pensar tan siquiera que ha este ministro se la haya ocasionado un daño por el cual deba pagársele (indemnizar), si por un lado se reconoce que servir a Dios es un privilegio divino y que de corazón se debe servir, pero por otro lado además del pago justo que incluso la biblia nos demanda que demos a quienes están al frente de nuestras iglesias; también debemos cumplir con el pago de una “indemnización”; entonces tenemos que asumir que al ministro se le ha causado un daño al trabajar supuestamente para Dios en una iglesia, de esa cuenta asumiríamos también que todo lo que el hizo nunca lo realizo por una convicción real, sino por un interés que fue mas allá de “servirle a Dios” Tenemos que ser cuidadosos con la adopción de figuras administrativas dentro de la iglesia que no vallan de acuerdo a los principios cristianos establecidos.
Así como ningún servidor público elegido para su cargo, tendría que recetarse indemnizaciones, tampoco los ministros de culto deberían aceptar este tipo de pagos, porque de lo contrario para un ministro religioso esta actitud lo reduce a ser simplemente un asalariado en todo el sentido de la palabra.
Mientras que el servirle a Dios debe ser una motivación que no venga de deseos mezquinos como ganar un sueldo o salir de pobre lucrando con la fe; allí ya no cabe lo de “privilegio divino” o toda esa retórica que muchos vividores usan para quedarse con el dinero de la gente a la cual deberían servir, como en el caso de funcionarios públicos elegidos; los que demandan el pago por un “daño” que se les hizo cuando se les eligió para una responsabilidad, a pesar que ellos mismos hayán propuesto en elección para un cargo publico. ¡Cosa más absurda y sin sentido! ¡Que descaro!
Dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas como son.
A Dios se le sirve de corazón, motivados por la gracia que ha derramado sobre nosotros, y la elección que ÉL ha hecho en nosotros para que seamos sus hijos y herederos de Dios y coherederos de Cristo, concientes que nuestro propósito eterno se encuentra entorno al servicio (trabajo); así como Jesucristo sirvió para nosotros, no motivado por retribuciones materiales, sino por su infinito amor y gracia; ¡y eso que también fue ser humano! Por lo tanto debemos estar convencidos que un verdadero ministro de Dios, no lo mueve lo que le puedan retribuir por su trabajo. Aquí ese tipo de temas (retribuciones) van como añadidura para los que buscan primeramente a Dios y su Justicia Mateo 6.33
Por: Edgar Ramírez
Maestro de Educación Cristiana
INDEMNIZACION A MINISTROS DE CULTO: UN ABSURDO
Con el pasar del tiempo dentro de la administración de las iglesias se han tomado formas nuevas en los lineamientos que regulan los procedimientos en cuanto al funcionamiento y forma de gobierno de las iglesias.
Y dentro de todo este acoplo a las nuevas formas de la organización y administración de las iglesias, se han tomado muchas figuras de la administración secular. El punto es que dentro de mejor administración existe en la iglesia las cosas deberían funcionar mejor, y que bien por estar llevando a la practica en el ámbito eclesiástico practicas de una correcta administración en todos los sentidos, pues incluso la biblia nos demanda orden y una correcta mayordomía (administración) en cuanto a los bienes que Dios nos ha confiado como iglesia.
Existen muchas iglesias que han adoptado en sus formas de gobierno, una administración lo más sensata y que muestra integridad; desde la administración financiera, hasta la administración de la palabra de Dios y esto en cuanto a la estructura doctrinal de la iglesia cristiana ¡ y que bueno ! porque todo esto es coherente con los requerimientos de una iglesia sana.
Sin embargo dentro de la adopción de las prácticas administrativas de corriente moderna, se ha recurrido a figuras que cuando se analizan con un ojo riguroso en cuanto al significado propio de dichas prácticas, encontraremos algunas incompatibilidades en relación directa a la fe cristiana, y como tema para reflexionar tratare acerca de la retribución de los obreros (pastores)
Para todo conocedor de la enseñanza bíblica, sabrá que el pago de un salario para un pastor por el trabajo que realice en la obra de Dios, es totalmente admisible dentro de los ordenes eclesiásticos, y ello porque la biblia enseña que todo obrero es digno de su salario y aun mas cuando este obrero esta entregado al servicio de "la obra de Dios"; por lo tanto es correcto que un ministro tenga cierta retribución por su trabajo, y esta retribución tiene que ser una cantidad de dinero u otro tipo forma de pago que lo avale toda la congregación, puesto que una iglesia organizada tiene su reglamento interno y bajo él se tiene que regir toda la iglesia.
Cuando hablamos de adoptar una forma de retribución en la que se tenga que observar ciertas normas seculares, normalmente aparte del pago mensual, quincenal o como sea; también existen otras figuras de retribución, por ejemplo la indemnización universal; muchas iglesias han adoptado tan rigurosamente los parámetros seculares con los que se regula el pago de las labores del pastor; que incluso en reuniones plenarias se ha establecido el pago de una indemnización por el tiempo laborado en los oficios eclesiásticos; y es allí donde veo que se nos comienza a contraponer la filosofía cristiana en cuanto a la interpretación de la indemnización; pues por un lado eso ya no parece la retribución a un servidor de Dios, sino a un trabajador secular; por otro lado la palabra indemnización significa el pago (resarcimiento) por un daño causado, en otras palabras se indemniza cuando se causa un daño, o perjuicio.
Para un trabajador secular es absolutamente entendible los daños que se le pueden ocasionar, empezando por el costo de oportunidad del tiempo que uso para ejercer un trabajo, sin tocar otros temas importantes que tienen que ver con la obligación del patrón de retribuir a conciencia todo lo que bajo la condición de la ley laboral deba cumplirse.
Sin embargo cuando hablamos de indemnizar a un ministro de culto, es algo absurdo pensar tan siquiera que ha este ministro se la haya ocasionado un daño por el cual deba pagársele (indemnizar), si por un lado se reconoce que servir a Dios es un privilegio divino y que de corazón se debe servir, pero por otro lado además del pago justo que incluso la biblia nos demanda que demos a quienes están al frente de nuestras iglesias; también debemos cumplir con el pago de una “indemnización”; entonces tenemos que asumir que al ministro se le ha causado un daño al trabajar supuestamente para Dios en una iglesia, de esa cuenta asumiríamos también que todo lo que el hizo nunca lo realizo por una convicción real, sino por un interés que fue mas allá de “servirle a Dios” Tenemos que ser cuidadosos con la adopción de figuras administrativas dentro de la iglesia que no vallan de acuerdo a los principios cristianos establecidos.
Así como ningún servidor público elegido para su cargo, tendría que recetarse indemnizaciones, tampoco los ministros de culto deberían aceptar este tipo de pagos, porque de lo contrario para un ministro religioso esta actitud lo reduce a ser simplemente un asalariado en todo el sentido de la palabra.
Mientras que el servirle a Dios debe ser una motivación que no venga de deseos mezquinos como ganar un sueldo o salir de pobre lucrando con la fe; allí ya no cabe lo de “privilegio divino” o toda esa retórica que muchos vividores usan para quedarse con el dinero de la gente a la cual deberían servir, como en el caso de funcionarios públicos elegidos; los que demandan el pago por un “daño” que se les hizo cuando se les eligió para una responsabilidad, a pesar que ellos mismos hayán propuesto en elección para un cargo publico. ¡Cosa más absurda y sin sentido! ¡Que descaro!
Dejémonos de eufemismos y llamemos a las cosas como son.
A Dios se le sirve de corazón, motivados por la gracia que ha derramado sobre nosotros, y la elección que ÉL ha hecho en nosotros para que seamos sus hijos y herederos de Dios y coherederos de Cristo, concientes que nuestro propósito eterno se encuentra entorno al servicio (trabajo); así como Jesucristo sirvió para nosotros, no motivado por retribuciones materiales, sino por su infinito amor y gracia; ¡y eso que también fue ser humano! Por lo tanto debemos estar convencidos que un verdadero ministro de Dios, no lo mueve lo que le puedan retribuir por su trabajo. Aquí ese tipo de temas (retribuciones) van como añadidura para los que buscan primeramente a Dios y su Justicia Mateo 6.33
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