Todo lo que sabes de la evolución está equivocado (otra vez)
Saltamontes pigmeo, familia Tetrigidae.
Fotografía: Olaf Leillinger
«La evolución va más rápida de lo que creía Darwin», según anunciaba el titular de un reportaje en Science Daily. Quizá esta sea una buena manera para que un estudiante graduado que está escribiendo su tesis pueda llamar la atención. Magnus Karlsson, candidato al doctorado en la Universidad de Linnaeus en Kalmar, estudió saltamontes pigmeos y descubrió que cambian de color mediante la selección natural, probablemente debido a la depredación. Esta es una conclusión muy parecida a la estándar de la polilla del abedul. «Pero la parte más importante de la disertación es que he demostrado que la evolución procede a veces con una increíble rapidez», decía: «Esto es algo gordo». ¿Cómo de gordo? Algunas variaciones de color aparecen en una generación. Karlsson ha batido el record de velocidad de las polillas del abedul, y ha superado al mismísimo Sr. Lento-y-gradual, Charles Darwin.
Oliver Burkeman va más allá en su intento de superar a Darwin. Su reportaje en The Guardian da un titular realmente sensacionalista: «Por qué todo lo que te han dicho sobre evolución está equivocado.» El subtítulo añadía: «Los conceptos evolucionistas están experimentando una revolución». No se trata de que la evolución misma sea una equivocación, explica Burkeman, sino que hay una especie de avivamiento lamarckiano. «¿Qué hay si tu manera de vivir afecta a la expectativa de vida de tus descendientes?», era la pregunta que planteaba el subtítulo. Primero, Burkeman ridiculiza a los creacionistas para disociarse de ellos, presentando el viejo mito urbano presente en internet de NASA y el día de Josué para desacreditarlos por asociación, y usando las usuales citas alarmistas de adversarios del diseño inteligente. Pero luego su sensacional contenido viene con la misma línea de «esto es algo gordo» que había usado Karlsson:
Naturalmente, este tipo de planteamiento podrá enfurecer a los biólogos evolutivos, o, en el caso de Richard Dawkins, a más furia de la que es usual en él. Y tienen razón hasta cierto punto: nadie quiere proporcionar munición a los proponentes del creacionismo o del «diseño inteligente», y es cierto que unos cuantos de los estudios que ahora están llegando a la luz pública como importantes son así de revolucionarios para los expertos. Pero en la cultura en general puede que estemos al borde de un giro fundamental de perspectiva, con enormes implicaciones acerca de cómo la mayoría de nosotros pensamos acerca de cómo la vida llegó a ser como es. Como lo expresaba el escritor científico David Shenk en su nuevo libro The Genius in All of Us [El genio en cada uno de nosotros], «Esto es algo gordo, gordo —quizá los [descubrimientos] más importantes en la ciencia de la herencia desde el gen».
Esto sería ciertamente algo gordo, pero parece que Shenk y Burkeman subestiman la capacidad de acomodación de los teóricos darwinistas ante observaciones que pudieran potencialmente refutar su tesis. Sus propuestas crisis del darwinismo giran en torno a la epigenética y a la definición de organismo. Burkeman describe también los problemas que Jerry Fodor está causando con su libro What Darwin Got Wrong [Lo que Darwin no comprendió].
Sin embargo, al final Burkeman acude al rescate de Darwin afirmando que Charles Darwin nunca pretendió poseer el único mecanismo mediante el que actúa la evolución. «Darwin, escribiendo antes del descubrimiento del ADN, sabía muy bien que su obra anunciaba el comienzo de un viaje para comprender el origen y el desarrollo de la vida», decía Burkeman para concluir, descartando milenios de creencia en la creación. «Todo lo que podemos estar descubriendo ahora es que permanecemos más cercanos al comienzo de aquel viaje de lo que hemos llegado a creer». Así, a pesar del conflicto y de los reveses sufridos, al final de esta novela de intriga, el protagonista queda a salvo, y Darwin vive feliz para siempre.
Estas historias aparecen de vez en cuando; se trata de una especie de misiles falsos para despistar al enemigo. Pretenden que unas tensiones internas están a punto de llevar al derrumbamiento del Imperio Darwinista, pero, al final, nunca intentan realmente destronar a Darwin. No les interesa. Se reservan a fondo para el enemigo común: los creacionistas. ¿Qué tienen los creacionistas que les lancen tales invecticas llenas de veneno? ¿Será que están diciendo la verdad, una verdad que no gusta?
Fuente: Creation·Evolution Headlines – Everything You Know About Evolution Is Wrong (Again)
Redacción: David Coppedge © 2010 Creation Safaris - www.creationsafaris.com
Traducción y adaptación: Santiago Escuain — © SEDIN 2010 - www.sedin.org
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