¡AMOR QUE CASTIGA!
Porque Dios lo ama, él trabajará para limpiarlo. Pero es un castigo amoroso
para aquellos que se arrepienten y retornan a él. Puede que usted sienta las
flechas en su corazón por los pecados del pasado y del presente, pero si usted
tiene un corazón arrepentido y quiere dejar su error, usted puede pedirle a él
su amor que castiga. Usted será corregido – pero con su gran misericordia y
compasión. Usted no sentirá su ira como les sucede a los impíos, sino su
vara de disciplina, aplicada con su amorosa mano.
Tal vez su sufrimiento viene por tomar decisiones erradas. ¿Cuántas mujeres
están sufriendo porque se casaron con hombres que Dios les había advertido
que no se casaran? ¿Cuántos hijos están rompiendo los corazones de sus
padres, llevándolos hasta el límite de su aguante? Pero, muchas veces esto
sucede debido a los pecados pasados de los padres, por sus negligencias y por
haber cedido.
Cuando usted sabe que ha alcanzado el punto más bajo, es hora de buscar al
Señor en quebrantamiento, arrepentimiento y en fe. Es hora de recibir una
nueva infusión de la fuerza del Espíritu Santo. Es hora de ser renovado y
refrescado, de tener fortaleza espiritual fluyendo en usted.
Vea usted, cuando clama a Dios, él derrama su fortaleza en usted: “El día
que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma…Si anduviere
yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos
extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito
en mi; tu misericordia, oh Jehová es para siempre” (Salmo 138:3, 7-8).
Una de las cosas más difíciles para los Cristianos es aceptar el sufrimiento
de los justos. Hasta el tiempo de Cristo, los Judíos asociaban la prosperidad
y la buena salud con la pureza espiritual. Ellos creían que si usted era rico,
con buena salud o de otra manera bendecido, era por que Dios estaba satisfecho
con usted. Por esto fue que sus discípulos tenían dificultad en entender lo
que Jesús había dicho que “Es más fácil pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mateo 19:24). Los
discípulos le preguntaron, “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”
De igual manera hoy, hay una doctrina errónea que dice que si usted está de
acuerdo con Dios, usted nunca sufrirá; tan sólo llame a Dios y él vendrá
corriendo a resolverlo todo inmediatamente. ¡Pero ese no es el Evangelio! Los
héroes de la fe que están en la lista de Hebreos 11, todos ellos caminaron
con Dios en una relación cercana de fe, y sufrieron apedreamientos, burlas,
torturas y muertes violentas (versos 36-38). Pablo mismo, caminó muy junto a
Dios, y fue náufrago, apedreado, azotado, dejado por muerto, lo asaltaron y
robaron, fue encarcelado y perseguido. El sufrió la pérdida de todas las
cosas. ¿Por qué? Estas fueron todas las pruebas y las purgas, donde su fe fue
probada para la gloria de Dios.
Dios quiere plantar algo en nuestros corazones a través de nuestras pruebas y
dificultades. El quiere que podamos decir, “Señor Jesús, tú eres mi
Protector, y yo creo que tú gobiernas los eventos de mi vida. Si algo me
sucede, es por que tú lo has permitido, y yo confío en tu propósito por el
cual lo estás haciendo. Ayúdame a entender la lección de la cual tú quieres
que yo aprenda. Si camino en justicia y tengo tu gozo en mi corazón, entonces
mi vivir y mi morir te traerán gloria a ti. Yo confío en que tú tienes
alguna gloria preparada, algún propósito eterno que mi mente finita no
entiende. Pero de cualquier manera, yo digo, ‘¡Jesús, si vivo o si muero,
soy tuyo!’”
Por: David Wilkerson
para aquellos que se arrepienten y retornan a él. Puede que usted sienta las
flechas en su corazón por los pecados del pasado y del presente, pero si usted
tiene un corazón arrepentido y quiere dejar su error, usted puede pedirle a él
su amor que castiga. Usted será corregido – pero con su gran misericordia y
compasión. Usted no sentirá su ira como les sucede a los impíos, sino su
vara de disciplina, aplicada con su amorosa mano.
Tal vez su sufrimiento viene por tomar decisiones erradas. ¿Cuántas mujeres
están sufriendo porque se casaron con hombres que Dios les había advertido
que no se casaran? ¿Cuántos hijos están rompiendo los corazones de sus
padres, llevándolos hasta el límite de su aguante? Pero, muchas veces esto
sucede debido a los pecados pasados de los padres, por sus negligencias y por
haber cedido.
Cuando usted sabe que ha alcanzado el punto más bajo, es hora de buscar al
Señor en quebrantamiento, arrepentimiento y en fe. Es hora de recibir una
nueva infusión de la fuerza del Espíritu Santo. Es hora de ser renovado y
refrescado, de tener fortaleza espiritual fluyendo en usted.
Vea usted, cuando clama a Dios, él derrama su fortaleza en usted: “El día
que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma…Si anduviere
yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; contra la ira de mis enemigos
extenderás tu mano, y me salvará tu diestra. Jehová cumplirá su propósito
en mi; tu misericordia, oh Jehová es para siempre” (Salmo 138:3, 7-8).
Una de las cosas más difíciles para los Cristianos es aceptar el sufrimiento
de los justos. Hasta el tiempo de Cristo, los Judíos asociaban la prosperidad
y la buena salud con la pureza espiritual. Ellos creían que si usted era rico,
con buena salud o de otra manera bendecido, era por que Dios estaba satisfecho
con usted. Por esto fue que sus discípulos tenían dificultad en entender lo
que Jesús había dicho que “Es más fácil pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mateo 19:24). Los
discípulos le preguntaron, “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”
De igual manera hoy, hay una doctrina errónea que dice que si usted está de
acuerdo con Dios, usted nunca sufrirá; tan sólo llame a Dios y él vendrá
corriendo a resolverlo todo inmediatamente. ¡Pero ese no es el Evangelio! Los
héroes de la fe que están en la lista de Hebreos 11, todos ellos caminaron
con Dios en una relación cercana de fe, y sufrieron apedreamientos, burlas,
torturas y muertes violentas (versos 36-38). Pablo mismo, caminó muy junto a
Dios, y fue náufrago, apedreado, azotado, dejado por muerto, lo asaltaron y
robaron, fue encarcelado y perseguido. El sufrió la pérdida de todas las
cosas. ¿Por qué? Estas fueron todas las pruebas y las purgas, donde su fe fue
probada para la gloria de Dios.
Dios quiere plantar algo en nuestros corazones a través de nuestras pruebas y
dificultades. El quiere que podamos decir, “Señor Jesús, tú eres mi
Protector, y yo creo que tú gobiernas los eventos de mi vida. Si algo me
sucede, es por que tú lo has permitido, y yo confío en tu propósito por el
cual lo estás haciendo. Ayúdame a entender la lección de la cual tú quieres
que yo aprenda. Si camino en justicia y tengo tu gozo en mi corazón, entonces
mi vivir y mi morir te traerán gloria a ti. Yo confío en que tú tienes
alguna gloria preparada, algún propósito eterno que mi mente finita no
entiende. Pero de cualquier manera, yo digo, ‘¡Jesús, si vivo o si muero,
soy tuyo!’”
Por: David Wilkerson
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