¿Es el feto una persona humana?
Por Sugel Michelén
En el famoso caso de Roe versus Wade, que concluyó con la legalización del aborto en los 50 estados de E.E.U.U., la Corte Suprema admitió que “Si es establecida la sugerencia de personalidad (del no-nacido), el caso apelante (pro-aborto), se derrumba”; en otras palabras, si podemos determinar que el embrión posee personalidad, el derecho a la vida del feto prevalece sobre el derecho de la madre a decidir si pone término a su embarazo por medio de un aborto. No obstante, la Corte Suprema falló a favor del derecho de la mujer, basándose en una distinción semántica entre “humano” y “persona”; concluyeron que la naturaleza humana del feto no determina su personalidad.
Desde entonces, algunos defensores de la libre elección de la mujer han estado haciendo lo mismo; por un lado afirman que el embrión es una vida humana en desarrollo, pero por el otro lado niegan su personalidad. Pero tal distinción es, sencillamente, absurda. Como bien señala Randy Alcorn: “Los diccionarios definen ‘persona’ como un ‘ser humano’, ‘individuo humano’, o ‘miembro de la raza humana’. Lo que hace perro a un perro es que provino de perros. Su padre fue un perro y su madre una perra, por consiguiente él es un perro. Lo que hace humano a un humano es que se originó de humanos. Su padre fue una persona humana y su madre otra, así que él no puede ser algo diferente a una persona humana”.
Y el Dr. Roland M. Nardone añade: “La asignación de un ser vivo a una especie está determinada, no por la etapa de desarrollo, sino por la suma total de sus características biológicas, reales y potenciales, las cuales son determinadas genéticamente… Si decimos que (el feto) no es humano, es decir, un miembro del Homo Sapiens, debemos decir que es miembro de otra especie. Pero esto no puede ser”.
Ampararnos en un juego semántico no elimina la realidad de que el aborto es un crimen perpetrado contra una persona humana. Por más que se empeñen en decir lo contrario, la naturaleza del embrión en gestación no es un misterio; ésta se determina fácilmente respondiendo las siguientes preguntas formuladas por Alcorn:
1. ¿Es humano? Es decir, ¿provino de seres humanos?
2. ¿Es un individuo genéticamente único?
3. ¿Está vivo y creciendo?
Si respondemos afirmativamente cada una de estas preguntas, entonces no hay más preguntas que hacer: estamos hablando de un “alguien” cuya vida tiene derecho a ser protegida como la de cualquier otra persona humana.
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