jueves, 31 de marzo de 2016

La demonización del cristianismo

MICHAEL BROWN
Cuando un supremacista blanco asesinó a feligreses negros en Charleston, Carolina del Sur, hubo indignación nacional, que condujo a la prohibición de la bandera confederada y una discusión fresca sobre las relaciones de raza en EE.UU. Pero cuando los cristianos son el blanco y son asesinados en un campus en Oregón, gran parte de la nación, bosteza.
Según testigos presenciales, el tirador en Oregón, preguntó a los estudiantes cuál era su religión, y si decían “cristiana,” les disparaba en la cabeza. Sin embargo, los medios seculares, en su mayor parte, se están enfocando más en las leyes de armas, que en la supuesta motivación anticristiana del tirador. ¿Por qué?
¿Puedes imaginarte qué hubiera pasado si el tirador entraba en una clase de artes creativas, pidiendo a los estudiantes que declararan su orientación sexual, y si a los que hubieran dicho “gay,” les disparaba en la cabeza?
Habría un frenesí en los medios masivos, con acusaciones de homofobia nacional, y citando a los líderes cristianos cuya falta de apoyo al “matrimonio” del mismo sexo, los haría de alguna manera, cómplices de la muerte.
Lo mismo habría sucedido si el asesino hubiera apuntado a musulmanes, con los cargos inmediatos de “islamofobia” gritados de costa a costa.
No es así, sin embargo, cuando son cristianos quienes son asesinados por su fe.
¿Es de extrañar entonces, que horas después de que se conocieran los relatos de los testigos, y que los medios de prensa conservadores informaran de la supuesta orientación de los cristianos, las agencias de noticias liberales no hayan dicho una sola palabra sobre la supuestas conexión anticristiana?
Bien podría ser que el tirador de Oregón sufriera de una enfermedad mental, lo que sugiera que no podemos leer demasiado en sus acciones. Pero, ¿por qué entonces, leímos tanto en  las acciones del asesino de Charleston, ya que sufría de una enfermedad mental, también?
El ataque en Oregón es también un incidente aislado, lo que sugiere que no podemos extra polarizarnos demasiado en términos de sentimientos nacionales hacia el cristianismo. Pero ¿por qué, entonces, nos extra polarizamos tanto en el caso de Charlestón, en términos de problemas de raza?
De la masacre de Oregón, todavía no tenemos todos los hechos, y en este punto, solo Dios conoce la motivación del asesinato. Pero sabemos que hay un clima creciente nacional, de extrema hostilidad hacia el cristianismo, y desde los medios de comunicación profesionales, a los medios populares, es temporada de caza de los comprometidos seguidores de Jesús.
Una cosa es tener un debate civil sobre el significado del matrimonio o un desacuerdo sobre lo que la Biblia enseña sobre la sexualidad, o tener diferentes perspectivas sobre la mejor manera de abordar las cuestiones transgénero.
Otra cosa completamente diferente es cuando tu falta de apoyo a la redefinición del matrimonio, o tu adherencia a la sexualidad bíblica, o tu oposición a los baños de género neutro, sea motivo para calificarte como un enfermo, fanático vil y digno de morir.
Hoy en día, no solo son los Bill Mahers y los Dan Savages del mundo, los que están destrozando el cristianismo, y vilipendiando a los creyentes conservadores. No solo son los profesores liberales en los campus universitarios los que continúan su ataque agresivo a las personas de fe.
Hoy, ir en contra de la Biblia y burlarse de los cristianos, es un pasatiempo favorito en las redes sociales, repletas de insultos no reproducibles, feos improperios y deseos de muerte por doquier. Simplemente se ha convertido en parte de la cultura pop más grande.
En un plazo de 72 horas, la semana pasada, al menos seis diferentes personas publicaron deseos de muerte en mi página de Facebook, algunas entraron en detalles gráficos (incluyendo a la persona que no supo cómo escribir páncreas), mientras que otras decenas de personas publicaron comentarios que eran tan horribles, que inmediatamente fueron bloqueados.
Casi al mismo tiempo, un revisor de mi más reciente libro (el cual, por cierto, tiene un capítulo entero llamando a los cristianos a tomar la más alta autoridad moral, y convertir el mal con el bien, y el odio con el amor) afirmó que, “Este libro está en perfecta y pura alineación con las opiniones de los grupos de supremacía blanca y el Ku Klux Klan.”
También por esta época, alguien publicó en mi página de Facebook, “Ah bueno, otro neo nazi fanático y loco, publicando sus (improperios) en mi muro.” (Realmente, nosotros publicamos cosas en nuestra página; nunca en los muros personales de otras personas.)
Por supuesto, esto no es nada nuevo para mí, o para otros creyentes conservadores, desde la ridícula retórica como esta, ha estado en nuestro camino por años.
El problema es que más y más personas, realmente creen en estas tonterías sin fundamento, y en lugar de que estos comentarios vengan de los grupos y personas extremistas anticristianos, son cada vez más habituales.
En resumen, no solo estamos tratando con el aumento del crimen hacia el cristianismo en América (para usar las palabras de Janet Folger y Mike Huckabee) sino con la demonización del cristianismo (y los cristianos) en América. Y si bien, esta no es la primera vez en los últimos 2,000 años que los creyentes han sido demonizados – ni mucho menos – puede ser la primera vez en la historia americana que, la hostilidad hacia la fe es tan vil, mezquina y generalizada.
En este punto, no tenemos idea de si este clima hostil contribuye a la masacre de Oregón. Pero lo cierto es que las palabras tienen consecuencias, que la gente odiadora hace cosas odiosas, y que cuando declaras una guerra ideológica en contra del cristianismo, los resultados podrían ser mortales – literalmente.
Esto llama a una fe renovada, valentía renovada y audacia renovada.
Mientras confesemos sin vergüenza el nombre de Jesús aquí en la tierra, Él confesará sin vergüenza nuestros nombres en el cielo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Asistir a la iglesia puede ser bueno para la salud

Ir a misa o a servicios religiosos puede ser bueno para su salud. Esta es la conclusión que se desprende de un número creciente de estudios científicos realizados en Estados Unidos que muestran que quienes van a la iglesia al menos una vez por semana tienen una salud superior a la del resto de la población y sufren menos problemas como la depresión. Y lo más importante: los estudios muestran que la práctica religiosa reduce la tasa de mortalidad.

Por: Kevin Helliker The Wall Street Journal 6 de mayo de 2005
Ir a misa o a servicios religiosos puede ser bueno para su salud. Esta es la conclusión que se desprende de un número creciente de estudios científicos realizados en Estados Unidos que muestran que quienes van a la iglesia al menos una vez por semana tienen una salud superior a la del resto de la población y sufren menos problemas como la depresión. Y lo más importante: los estudios muestran que la práctica religiosa reduce la tasa de mortalidad.

Los estudios han sido cuestionados por la comunidad científica. La experiencia de Lynda Powell, profesora de medicina preventiva del Rush University Medical Center, de Chicago, es una prueba del escepticismo. Powell no era una persona que iba a la iglesia con frecuencia y no estaba convencida de la validez de los estudios. En 2001, el organismo de salud National Institutes of Health le pidió que liderara un panel para revisar la creciente cantidad de literatura médica que ligaba la religión con la salud.

El panel no encontró mucha evidencia sobre el beneficio de la religión sobre la salud y halló que a los pacientes con creencias religiosas tuvieron más problemas que los que no las tenían a la hora de enfrentar sus problemas médicos. La gente religiosa que se frustró por la creencia de que Dios los había abandonado y que se volvieron dependientes de la fe para su recuperación, y no del tratamiento médico, terminaron socavando inadvertidamente su proceso de alivio , decía como conclusión el informe que fue publicado en enero de 2003 en la publicación American Psychologist.

Pero al examinar los estudios sobre la relación entre asistir a la iglesia y la salud, el panel alcanzó una conclusión distinta: Después de revisar la información, creo que debo ir a la iglesia , dice Powell, quien sigue investigando el tema.

Los estudios dicen que quienes van a la iglesia al menos una vez a la semana tienen una tasa de mortalidad un 25% inferior al resto. Cada estudio cubría diferentes períodos de tiempo.Pero, en términos generales, se descubrió que en un período en el que ocurrieron 100 muertes entre aquellos que no asistieron a servicios religiosos semanales, únicamente hubo 75 decesos entre los que acudieron a servicios religiosos semanales. Ambos grupos tuvieron el mismo riesgo de muerte, dice Powell.

Los servicios religiosos en iglesias, sinagogas y mezquitas, tienen actividades que pueden ser beneficiosas para la salud, como la meditación, el establecimiento de redes de socialización y la adopción de un conjunto de valores que desalientan el cigarrillo, la infidelidad y otros hábitos que pueden afectar la salud.

En los estudios, cuando se comparó a aquellos que iban una vez a la semana a la iglesia con los que no, se descubrió que esta visita semanal estaba asociada con dejar de fumar, hacer más actividad física, evitar la depresión, el fortalecimiento de las relaciones personales y el matrimonio y la conexión era estadísticamente significativa , dice uno de los artículos analizados.

Pero no todo el mundo está convencido de que asistir a servicios religiosos sea la razón por la cual los estudios han encontrado una conexión entre religión y una mejor salud. Estos mismos beneficios podrían obtenerse al pertenecer a un club de bingo, o socializar en la biblioteca local, dice Emilia Bagiella, una profesora de bioestadística de la Universidad de Columbia.

Es difícil contrarrestar el hecho de que aquellos que van a estos servicios religiosos quizás estaban saludables antes de llegar a la iglesia , dice.

Pero los estudios que demuestran que hay un vínculo entre la religión y la salud vienen de instituciones tan laicas como las universidades de Texas, Michigan y California en San Francisco. Y sus autores no necesariamente van a la iglesia o creen que los beneficios de salud son una obra de Dios. El estar involucrado en actividades religiosas puede tener beneficios de salud y no creo que sea el producto de la intervención divina , dice Robert Hummer, profesor de sociología de la Universidad de Texas cuyos estudios han demostrado que existe un beneficio al asistir a los servicios religiosos aunque él mismo no es practicante.

Powell dice que ella y sus colegas excluyeron de los documentos que analizaron cualquier estudio que no tuviera en consideración los beneficios sociales de ir a la iglesia así como los hábitos saludables que tuvieran los que participaron en los estudios.

Pero incluso después de excluir esos factores, el panel que lideró Powell encontró un beneficio claro en la salud y en las tasas de mortalidad. Existe un mecanismo desconocido que contribuye al beneficio , dice pero no creo que este mecanismo sea Dios .

Powell dice que un estudio que se está llevando a cabo sugiere que este mecanismo puede ser la práctica. Casi todas las religiones del mundo aconsejan la oración o la meditación en momentos de rabia o dificultades, lo cual puede contribuir a disminuir los efectos nocivos de las emociones negativas.

Powell cuenta la historia de un chofer de taxi de la religión Sikh quien le contó que busca su rosario cada vez que otro auto se le cruza de forma repentina en el camino. Me hace sentir más cerca de Dios, le dijo.

Fuente: http://www.eltiempo.com/

jueves, 17 de marzo de 2016

La influencia de la biblia en el derecho humano

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La Biblia contiene múltiples mandamientos específicos, tales como: "No matarás. No cometerás adulterio. No robarás". (Éxodo 20: 13-15); pero tam­bién incluye verdades religiosas fundamentales que suministran una guía per­manente para la formulación de las leyes humanas. 

DERECHO Y RELIGIÓN 

Las verdades básicas del Cristianismo que dieron lugar a gran parte del progreso del Derecho norteamericano continúan suministrando los principios rectores de un progreso ulterior a medida que inquirimos por una sociedad más justa en nuestra turbulenta época. 

Estudios recientes han explorado la relación existente entre el derecho y otros campos, tales como la sociología, la economía y la psicología. Los hechos y puntos de vista desarrollados por estas ramas del conocimiento relacionadas con el derecho han influido de alguna manera en la configuración de nues­tro derecho. Aun cuando gran número de personas tienen algunos conocimien­tos sobre dichas esferas del saber, existe un volumen aún mayor que guardan una relación más estrecha y continúa con la religión. 

Sería algo realmente extraordinario que las creencias de un pueblo cristia­no no ejercieran influencia alguna en la elaboración de las leyes que rigen sus conductas. Un pensamiento, un escrito y una educación jurídica que se desarrollaran sobre bases meramente seculares, divorciadas del Cristianismo, serían totalmente inadecuados e incompletos pata nuestra sociedad. 

Los fundamentos del Cristianismo son igualmente básicos para el derecho vigente y suministran una motivación adicional para someterse al mismo.

* Con algunas breves adiciones, cambios y supresiones, el presente artículo es el mismo que se publicó en la revista metodista Adult Leader correspondiente a los meses de junio, julio y agosto de 1973, bajo el título God's Laws for Man. Las citas de la Biblia están tomadas de la versión popular revisada.


VERDAD Y VERACIDAD 


La verdad y la veracidad son buenas y la falsedad es mala — para el Cris­tianismo ésta no es una afirmación casual, ni una idea incidental o contingen­te. La lealtad a la verdad constituye un principio religioso fundamental; es inherente a nuestra comprensión de la naturaleza de Dios; Pablo escribió que Dios nunca miente (Titus 1: 2). Puesto que la falsedad es algo contrario a la naturaleza de Dios, la doctrina cristiana la considera como parte de la natura­leza de Satanás, o sea, la antítesis de Dios, Ver Juan 8: 44. 

La verdad y la veracidad son también principios fundamentales del dere­cho. Ellas suministran una amplia base sobre la que se apoyan principios jurí­dicos más concretos. El falso testimonio rendido bajo juramento constituye el delito de perjurio. Las normas relativas a la difamación y la calumnia están di­rigidas a proteger a las personas contra la lengua y la pluma del embustero. El fraude constituye una causal jurídica para la anulación de los contratos. 

El principio de la veracidad no sólo suministra el fundamento de las nor­mas jurídicas que regulan múltiples cuestiones, sino que la determinación de la verdad en los casos a decidir constituye un problema jurídico permanente. El vasto campo de las normas jurídicas relativas a la prueba tiene como meta prin­cipal el descubrimiento de la verdad. 

Hace siglos, cuando el derecho era más primitivo, se consideraba posible descubrir la fuente de toda verdad: la mente de Dios. Métodos mecánicos de enjuiciamiento, tales como el juicio de Dios (la ordalía), se utilizaban con base en la creencia de que Dios determinaría el resultado de la ordalía de acuerdo con la verdad. Pero los hombres llegaron a comprender que no tenían autori­dad para emplazar a Dios a decidir los casos. Entonces volvieron su atención a medios de determinación de la verdad, de manera que el procedimiento es­crito (registro de la investigación) constituye un importante capítulo de la his­toria del derecho. 

Nuestro creciente cuerpo de normas jurídicas relativas a la prueba, refleja esa preocupación por la verdad. El radar detecta hoy en día la velocidad de los automóviles. Los medidores de embriaguez verifican el grado de alcoholización o sobriedad de los conductores de vehículos. Las huellas digitales dan testimo­nio del manejo de armas por los acusados. Los rayos X tienen valor de prue­ba jurídica, lo mismo que los electroencefalogramas. El detector de mentiras puede utilizarse con el consentimiento de la persona sujeta a investigación. El derecho no puede responder a la obsesiva pregunta de Poncio Pilatos: "¿Qué es la verdad?" (Juan 18: 38), pero mediante sus técnicas puede a menudo contestar con precisión a interrogantes de menor alcance, como la de si es cier­to que el señor Jones asesinó al señor Smith. 

EL VALOR DE LA PERSONA. 

La unidad de valor cristiana lo es el ser humano individual. Cristo murió para salvar las almas de los hombres. Demostró con ello que el máximo valor en el mundo lo constituye el ser humano. Su muerte en la cruz no fue para salvar a alguna nación o forma de organización social, sino para salvar perso­nas. Su vida, así mismo, estuvo dedicada a esas personas. Les enseñó cómo deben vivir, no sólo en cuanto a su comportamiento exterior sino en cuanto a su vida interior, de la que emana la conducta humana. Se interesó por lo que esas personas eran y por lo que hicieron. De acuerdo con la Biblia, él no tenía nada que decir acerca de cómo debieran ser sus formas de gobierno, sino que les enseñó lo que ellas mismas, en tanto que personas, debían ser. 

Este principio religioso fundamental —el valor de la persona humana in­dividual— tiene múltiples aplicaciones en el derecho vigente. Dicho principio ha venido y continúa operando vigorosamente, remodelando las relaciones ra­ciales en Norteamérica. 

La disputa sobre la esclavitud, basada en esta idea, se ha perdido en el pa­sado, pero ha surgido un nuevo conflicto a propósito de las relaciones raciales, a cuyas bases se halla también el principio del valor de cada ser individual. La gente de color ya no se encuentra sometida a esclavitud, pero todavía, hasta hace muy poco tiempo, fue objeto de un amplio proceso de segregación. Una vez más la conciencia del pueblo se vio conmocionada dando lugar a un nuevo tipo de revolución en Norteamérica: una revolución en las relaciones raciales. Se promovieron procedimientos judiciales, presiones políticas, marchas, mani­festaciones masivas y "sit-ins" contra la segregación y la discriminación racia­les, las cuales fueron eliminadas en gran parte mediante decisiones judiciales y la expedición de leyes. 

LA RELIGIÓN FORTALECE EL DERECHO. 

Sin embargo, en un problema tan vasto como lo es el de las relaciones en­tre las razas, cada una de estas integrada por millones de los más variados se­res humanos individuales, los problemas son múltiples y complejos, así como las soluciones posibles. El éxito en la manipulación de estas complejidades de­penderá de que la mayoría de los norteamericanos, blancos y negros, y sus lí­deres, estén orientados por el principio cristiano que tiene en cuenta el valor de cada prójimo, sea negro o blanco. 

Aun cuando toda huella de segregación y discriminación fuese legalmente eliminada, una y otra pueden sobrevivir en nuestro fuero interno. Cuando las personas sienten antipatía por los miembros de otra raza y los consideran in­feriores, tal sentimiento puede manifestarse de diversas maneras. Esos miembros de otra raza pueden ser anulados socialmente. Tales actitudes de rechazo pue­den ser percibidas por los rechazados. El resentimiento de los negros por las actitudes de los blancos puede volverse más enconado por un sentimiento de frustración. ¿Qué puede hacer un negro frente a un blanco que lo considera como un ser inferior? ¿Apelar a los tribunales? Los tribunales no pueden forzar coactivamente las actitudes de las gentes. El derecho humano no puede es­tablecer la obligación de que los hombres se amen recíprocamente. Dios sí puede hacerlo y lo ha establecido así. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22: 39). La voluntad divina hacia los hombres se cumple tan sólo en la intimidad de los hombres, en la que Cristo puede penetrar pero no el legis­lador. La eliminación de la discriminación no podrá ser completa en tanto no sea erradicada del interior del hombre. 

El movimiento nacional dirigido a acabar con la segregación y la discri­minación demuestra el lugar que la religión ocupa en el derecho vigente. La motivación cristiana produce cambios en el derecho, ayuda a su operancia y va más allá de lo que aquél puede lograr. 

LA RIQUEZA AL SERVICIO DE LAS PERSONAS. 

El principio cristiano de la dignidad de la persona humana ha venido funcio­nando en otra extensa área del desarrollo del derecho. Gran parte del progreso de los Estados Unidos durante el siglo presente se relaciona con la justicia en tal campo de las relaciones económicas. Si, como el Cristianismo enseña, el valor último radica en la persona humana y no en los bienes materiales, nuestra ri­queza debe estar al servicio de aquélla. 

Nuestra época se caracteriza por un asombroso progreso material. Aviones, aparatos de televisión, acondicionadores de aire, lavadoras y otros productos han venido a hacer más cómoda la vida, y la productividad creciente de nuestras granjas y fábricas nos brinda una abundancia hasta ahora desconocida. Hemos comenzado la tarea de hacer participar a todas las personas en esta nueva abun­dancia. Tenemos leyes que establecen medidas de protección a los ancianos. La Ley Nacional de Relaciones Laborales (National Labor Relations Act) aumen­ta el poderío de las organizaciones de trabajadores. Las leyes sobre salarios y jornadas de trabajo garantizan al obrero una retribución mínima. Las leyes so­bre seguridad en el trabajo amortiguan los efectos de la pérdida del empleo. Las leyes sobre compensaciones a los trabajadores aligeran los perjuicios eco­nómicos que recaen en los obreros afectados. 

Nos encontramos lejos de una utopía económica, pero lo que hemos logrado lo habrían considerado como tal nuestros antepasados. Hoy en día la parti­cipación en una mayor abundancia y en una justicia más completa constitu­yan todavía metas pero también son ya realizaciones.

Sin embargo, ¿tiene acaso el Cristianismo algo que ver realmente con cues­tiones tales como salarios más elevados para los trabajadores? Si la pobreza fue preferida por Cristo y por algunos de sus seguidores, ¿por qué incluir la liberación del pueblo respecto de la misma como una de las metas perseguidas a través del principio cristiano de la justicia (valor de la persona individual) ? 

El cristianismo admite la distinción entre la pobreza voluntaria, mediante la cual los santos mortificaron sus almas, y la pobreza que acarrea miseria hu­mana y contribuye a la degradación del hombre. Por otra parte, la realidad puede ser transformada por las ideas. Las leyes sobre salarios y jornada de tra­bajo y las que establecen una compensación a los sin empleo, no pueden con­ducir a la salvación, pero la buena voluntad hacia nuestros semejantes que nos impulsa a aplicar tales leyes refleja valores cristianos. Buscar una vida abun­dante para los demás va más allá de proporcionarles ayuda material. Esa bús­queda puede incrementar la vida abundante del espíritu. 

El Cristianismo, al atribuir estos principios fundamentales a la mente di­vina, fortalece nuestra voluntad para acatar las leyes que sobre ellos se sus­tentan. Si los derechos de los hombres no tuvieran más base que las cos­tumbres y hábitos humanos corrientes, el respeto a aquéllos sería muy débil. En efecto, las personas se resisten a admitir que sus vidas estén regidas por las creencias de otros. Pero si los hombres se convencen de que Dios constituye la realidad última en el Universo y que los derechos fundamentales son parte de SU naturaleza —y, por tanto, que están incorporados en la naturaleza del Uni­verso—, entonces atenderán a su mandato. 

LA REDENCIÓN POR EL DERECHO. 

Cuando el derecho superó la etapa del castigo de los delincuentes para buscar su rehabilitación, salió en busca del Cristianismo. El fin cristiano de la redención del hombre le suministró tanto el motivo como el modelo de la meta social última de la criminología. 

Un aspecto del proceso cristiano de la redención lo es la condenación del pecado. Esta implica dos cosas: primera, el reconocimiento de que el mal es algo nocivo; segunda, la verificación y admisión de la culpabilidad. Un pecador no está en condiciones de cambiar si se satisface con sus pensamientos y hechos y no alcanza a ver ningún mal en ellos. Ninguna transformación puede operarse en él hasta que vea que el mal que ha causado es realmente algo dañino. 

Cuando la convicción del pecado llega a alguien, el arrepentimiento constituye el paso inmediato. La conciencia de la propia culpa que no está acompa­ñada del remordimiento no conduce a conversión alguna. En tanto que una persona no se convenza íntimamente y se arrepienta, permanecerá en el mismo estado de ánimo que la condujo a ser lo que ha sido y a hacer lo que hizo.

Un tercer paso dentro del proceso cristiano de la redención lo es el rena­cimiento o renovación espiritual. El pecador arrepentido debe convertirse en una nueva persona. Su vida íntima debe cambiar. A pesar de su simplicidad, la doctrina del renacimiento espiritual es difícil de entender. Jesús explicó a Nicodemo: "Lo que ha nacido de la carne, carne es; mas lo que ha nacido del Espíritu es espíritu" (Juan 3: 6). Adviértase el subrayado de la palabra Espí­ritu (con mayúscula): el Espíritu de Dios debe entrar en la intimidad del hombre para que se opere ese renacimiento espiritual. El espíritu malo debe ser transformado; el odio, la lujuria, la gula y la envidia que llevan a realizar actos malos deben ser sustituidos por el amor, la pureza, el sacrificio y la com­pasión. 

Pero, ¿qué tienen que ver con el derecho la convicción del pecado, el arre­pentimiento y el renacimiento espiritual? La criminología se ha venido a intere­sar no sólo en el castigo de los delincuentes, sino también en su rehabilitación. La sociedad ha iniciado la tarea de rehabilitar a los transgresores de la ley. Nuestras prisiones, que ya no constituyen meros sitios de castigo, se han con­vertido en instituciones correccionales. Tenemos dispositivos tales como la li­bertad condicional, la sentencia indeterminada y la libertad bajo palabra. La redención cristiana ofrece un camino. Dios no desea precisamente castigar, sino redimir. 

La rehabilitación no puede lograrse meramente con someter a los delincuen­tes a un proceso de reeducación. La convicción personal del pecado es esen­cial. El arrepentimiento es también importante. Si un delincuente no experi­menta remordimiento alguno, es muy remoto que modifique sus actitudes. Continuará siendo un criminal aun antes de que cometa un nuevo delito. 

La rehabilitación de un criminal reclama también un cambio similar al re­nacimiento espiritual. Pocos delincuentes están dispuestos a aceptar el Espíritu de Dios y a volver a nacer. Lo que el renacimiento espiritual significa resulta obscuro a la mayoría de las personas que asisten a los templos y con mayor razón a los reclusos en prisión. Pero algo de la substancia del renacimiento es­piritual es necesario: una transformación íntima de la persona. 

El hombre promedio tiene a menudo una disposición natural para las ver­dades fundamentales y no necesita de formulaciones eruditas para aceptarlas. Esta conciencia originaria es considerada, en relación con el principio de la transformación íntima, como un requisito necesario para la rehabilitación. Si una persona con antecedentes penales va a vivir en una comunidad, muchos lo aceptarán si estiman que se ha operado en él un cambio. Si es así, no lo considerarán como delincuente. Tales personas estarán actuando conforme a prin­cipios cristianos y de acuerdo con una saludable criminología.

Hemos tratado de mostrar en este trabajo, cómo, en diversos campos de nuestro derecho, subyacen principios cristianos que aportan un incentivo al pro­greso constante de nuestro país.


Por: Frank HANFT
Profesor emérito de Derecho "Graham Kenan", en la Universidad de North Carolina.
Traducción del original en inglés por Fausto E. RODRÍGUEZ.
http://biblio.juridicas.unam.mx/revista/pdf/DerechoComparado/25/art/art4.pdf

¿En qué Dios creía Einstein?

Einstein no era ateo. Su pensamiento religioso es complejo; cercano al panteísmo del filósofo Baruch Spinoza, Einstein sugirió en ocasiones que la elegancia de las leyes matemáticas del universo apuntan a la presencia de una divinidad inmanente, no personal.

Prefiero creer en todas las fábulas del Corán, el Talmud y la Leyenda, que creer que esta forma universal existe sin una mente. Y por ello, Dios nunca fabricó milagros para convencer a los ateos, porque sus obras naturales convencen. Es verdad, que un poco de filosofía inclina a la mente del hombre al ateísmo; pero la profundidad en la filosofía lleva a la mente del hombre a la religión. -Francis Bacon
La reputación de Einstein como un gigante intelectual ha hecho que obsesivamente se analicen sus hábitos y creencias, quizás buscando en los aspectos personales de su vida una forma de dar sentido a nuestras vida, bajo la guía y el ejemplo de una luminaria. El caso de Einstein merece rescatarse porque muestra una motivación por conocer la verdad que no separa del todo la búsqueda científica de la búsqueda religiosa: una misma sed de lo absoluto por diversos métodos. Hoy en día la ciencia está completamente separada de la religión y un científico que manifieste una inclinación religiosa es rápidamente marginado de la academia o de la discusión supuestamente más seria que se produce dentro de los límites establecidos por la ciencia. Einstein ciertamente no fue una persona religiosa en el sentido tradicional, pero claramente tuvo una inquietud religiosa que fue sumamente importante en su trabajo y sin la cual quizás no habría formulado un modelo del cosmos tan elegante y en concordancia con principios universales.

La motivación del trabajo científico de Einstein, quien de niño tuvo una etapa de fervor religioso que luego abandonó, puede resumirse en una de sus citas más famosas: "Quiero conocer cómo Dios creó el mundo... quiero conocer su pensamiento, el resto son detalles". Esta es la más ambiciosa actitud que podemos concebir para acercarse al conocimiento y a la vez no es una actitud soberbia, sino refleja el deseo más puro y hondo de saber --y no sólo la parte sino el todo.  Esto es, querer saber, aspirar al todo, consciente, sin embargo, de nuestra pequeñez. A diferencia de muchos de los científicos modernos que no tienen una dimensión filosófica, Einstein no razona desde una conclusión previa (el ateísmo, o el materialismo), sino que toma el papel del niño o del filósofo que se asombra ante el misterio y a partir de lo que observa formula su creencia, aunque esta puede ser una nueva pregunta y no una afirmación excluyente.  En una entrevista de 1930 publicada en el libro Glimpses of the Great de G.S Viereck, Einstein explica:

Tu pregunta es la más difícil del mundo. No es algo que pueda responder con un simple sí o no. No soy ateo. No sé si pueda definirme como un panteísta. El problema en cuestión es demasiado bastó para nuestras mentes limitadas. ¿Puedo contestar con una parábola? La mente humana, no importa que tan entrenada esté, no puede abarcar el universo. Estamos en la posición del niño pequeño que entra a una inmensa biblioteca con cientos de libros de diferentes lenguas. El niños sabe que alguien debe de haber escrito esos libros. No sabe cómo o quién. No entiende los idiomas en los que esos libros fueron escritos. El niño percibe un plan definido en el arreglo de los libros, un orden misterioso, el cual no comprende, sólo sospecha. Esa, me parece, es la actitud de la mente humana, incluso la más grande y culta, en torno a Dios. Vemos un universo maravillosamente arreglado, que obedece ciertas leyes, pero apenas entendemos esas leyes. Nuestras mentes limitadas no pueden aprehender la fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones. Me fascina el panteísmo de Spinoza, porque él es el primer filósofo que trata al alma y al cuerpo como si fueran uno mismo, no dos cosas separadas.

En otra famosa respuesta, Einstein contestó un telegrama del rabino Herbert S. Goldstein sobre su visión religiosa diciendo escuetamente: "Creo en el Dios de Spinoza. Quien se revela a Sí mismo en las armoniosas leyes del universo, no en un Dios quien se ocupa del destino y el castigo de la humanidad". Así en la necesaria economía verbal de un telegrama, Einstein revela la clave de su visión religiosa del universo. En ocasiones fue presentado com ateo, quizás confundiendo su negación de un dios personal (como ocurre con todas las religiones en su sentido esotérico), pero es mucho más cercano a la realidad decir que Einstein tenía una postura agnóstica que se inclinaba, sin embargo, marcadamente hacia el panteísmo. 

Baruch Spinoza, de extracción judía al igual que Einstein, formuló en su Ética demostrada según el orden geométrico (uno de los libros más importantes en la historia de la filosofía) el concepto del panteísmo, o la idea de que Dios es inmanente e idéntico a la naturaleza. Spinoza considera ahí que Dios es la única sustancia del universo y todas las cosas existen en Él: "todas las cosas necesariamente proceden de, o siempre siguen [al poder infinito de Dios] por la misma necesidad y en la misma forma en la que de la naturaleza de un triángulo sigue, por toda la eternidad, que sus tres ángulos sean iguales a dos ángulos rectos". Es decir, para Spinoza, el universo es necesario, existe bajo ley y tiene una naturaleza determinada; no es el resultado de un acto de creación voluntaria (también los dioses griegos estaban supeditados a Ananke, la necesidad). Esta es una teología ciertamente afín a la ciencia, que observa constantes matemáticas y leyes naturales operando en todo el universo. Einstein también creía que el universo era determinista, como puede deducirse de su famosa frase: "Dios no juega a los dados".  Al igual que Spinoza, Einstein creía que la geometría tenía un lugar fundamental en la naturaleza del universo, demostrando la existencia de una ley y un orden universal, igualmente un determinismo, lo que puede ser entendido también como una huella de la "mente de dios" que tanto quería conocer, y que para Spinoza se manifestaba a través de la naturaleza, englobándolo todo. Recordemos que para Einstein el tiempo-espacio no es más que una propiedad que emerge de la geometría del universo.   

Algunos filósofos han interpretado el panteísmo de Spinoza como realmente un "materialismo", al eliminar la dualidad cartesiana y considerar que la mente y el cuerpo son una misma sustancia. Por otro lado, pocos filósofos han dotado a la mente de un poder tan vasto como Spinoza, para quien la intuición no sólo es la cualidad suprema del intelecto sino que es capaz de conocer a Dios a través de las ideas. "El conocimiento de la esencia eterna e infinita de Dios que cada idea involucra es adecuado y perfecto", escribió. "La mente humana tiene un conocimiento adecuado de la esencia eterna e infinita de Dios". Si podemos creer en esta cita recabada por el Huffington Post, Einstein no concebía el Dios de Spinoza como meramente material: "Cualquiera que se involucra seriamente en la ciencia se convence de que un espíritu se manifiesta en las leyes del universo, el cual es vastamente superior al hombre".

Podemos debatir arduamente sobre lo que creía o no creía Einstein y entraríamos en discusiones bizantinas en las que cada quien podría tener argumentos relativamente acertados que acerquen a Einstein a coincidir con sus propias creencias. Esto me parece un despropósito, lo que quiero rescatar más que su visión teológica (o falta de) es su acercamiento no dogmático al conocimiento. Esto es, no dogmático en tanto a que no da por sentado la existencia de una divinidad personal que crea el mundo según su antojo, y también no dogmático en tanto a que considera que la belleza y armonía del universo sugiere (pero no comprueba) la existencia de una inteligencia superior a la nuestra y se atreve a mencionar e incluir en la más alta mesa de discusión a la divinidad, algo que para la mayoría de los científicos hoy en día sería anatema. Algunos podrán ver en esto un agnosticismo, pero también es posible ver una actitud de reverencia y asombro místico. Como escribió en 1954 para la Radio Pública Nacional de Estados Unidos (NPR):

Estoy satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con la conciencia --y el acercamiento a-- la maravillosa construcción del mundo existente en conjunto con la segura determinación de comprender alguna porción, aunque sea pequeña, de la razón que se manifiesta en la naturaleza. Esta es la base de una religiosidad cósmica, y me parece a mí que la más importante función del arte y la ciencia es despertar este sentimiento entre aquellos que sean receptivos y mantenerlo vivo.  

E ahí los principios de una ciencia integral, que no subestima a la religión, sino que se inspira en ella y que se atreve a una visión más amplia y grandiosa a la vez que más humilde en su concepción del universo.  Hoy en día cuando los pensadores legitimados por las corrientes de pensamiento en conformidad con los paradigmas dominantes de nuestra cultura recuerdan a grandes científicos, como Newton o Kepler, hacen referencia a su gran devoción religiosa como un mal propio de su tiempo o una especie de defecto de carácter que debemos de pasar de largo, como si esto no fuera parte esencial no sólo de su personalidad sino de aquello que les permitió lograr sus descubrimientos. Me parece que debemos reconocer que la religiosidad --ese deseo de hallar y unirse con el Todo o con el Uno-- en estos casos no es "lo peor" en su personalidad o pese a lo cualestas grandes figuras han logrado sus revolucionarias teorías, como nos quieren hacer creer algunos, sino parte fundamental de lo que ha hecho que el pensamiento humano haya podido acceder a las esferas más altas del conocimiento.

Bibliografía

03/16/2016, P. A. (16 de 3 de 16). Pijama Surf. Recuperado el 17 de 3 de 2016, de http://pijamasurf.com/2016/03/el-dios-en-el-que-creia-einstein/




martes, 15 de marzo de 2016

Entre más grande es una iglesia, sus feligreses son menos comprometidos


Cuanto mayor sea la iglesia, menos probable es que sus miembros asistan a los servicios semanales, encontró un nuevo estudio de la Universidad de Duke.
"La gente tiene un desencantamiento creciente de las organizaciones religiosas,  es algo contrario por intuición, pero las mega iglesias son un reflejo de eso", dijo David Eagle, un investigador postdoctoral en el Centro de Duke para la Política de Salud e investigador de desigualdades.

"Estas iglesias son muy grandes con más de 2.000 personas en la asistencia. Por naturaleza ellos son los lugares más anónimos. Sus idas y venidas no se notan a partir de una semana a otra y no pueden hacer frente a la mismo estímulo o presión a asistir como en una iglesia pequeña ", dijo Eagle.

El estudio se acaba de aparecer en Socius, una revista de la Asociación Americana de Sociología.

A través del espectro religioso, el estudio de Eagle encontró una correlación inversa entre el tamaño de la iglesia y la asistencia de sus miembros. Por ejemplo: Alrededor del 40 por ciento de los miembros blancos, de iglesias protestantes tradicionales con una membrecía de 50 personas asistieron a los servicios cada semana. Pero en una iglesia protestante de blancos mucho más grande, de línea principal de 10.000 miembros, casi el 25 por ciento asiste a los servicios semanales.

Las pequeñas iglesias protestantes de negros de 50 miembros reportaron una tasa de 50 por ciento de asistencia semanal, encontró el estudio. Pero en una iglesia mucho mayor de 10.000 miembros, sólo el 40 por ciento de los miembros asistieron a la semana.
Hay otros factores en el trabajo también, así, dijo Engle. Familias con poco tiempo libre son más aptas para asistir a grandes iglesias donde pueden escoger y elegir su participación sin sentirse obligados a tomar un papel de liderazgo, dijo.

El estudio de Engle, examina la línea principal protestante, protestantes negros, evangélicos en general, e iglesias católicas romanas con tan sólo 20 miembros y un máximo de 25.000, analiza los datos de la Encuesta Social General de Estados Unidos y el Estudio de las Congregaciones Nacionales, este último dirigido por Mark Chaves, profesor de la sociología, la religión y la divinidad de la universidad Duke.

Durante los ciclos electorales políticos, muchos se preguntan acerca de la influencia política que los pastores de mega iglesias pueden ejercer desde el púlpito. Pero esos pastores pueden tener dificultades para llegar a sus miembros, dada la tendencia de los asistentes de las iglesias más grandes para asistir sólo esporádicamente. Y en las iglesias más grandes los clérigos a menudo les asusta expresar posiciones políticas extremas desde el púlpito, dijo Eagle.

"Si usted tiene 10.000 personas en sus bancas, es menos probable de una de persuasión política."

Bibliografía

Ferreri, E. ( 4 de February de 2016 ). Phys. Recuperado el 15 de Marzo de 2016, de http://phys.org/news/2016-02-bigger-church-engaged-parishioners.html





KGB urdió un complot contra el papa Pío XII



La KGB urdió un complot para manchar al papa Pío XII como un seguidor de Hitler y antisemita y fomentó una jugada polémica que empañó el pontífice, de acuerdo con el oficial de inteligencia bloque soviético de más alto rango que ha desertado a Occidente.
El ex teniente general Ion Mihai Pacepa, que encabezó el servicio secreto rumano antes de desertar en 1978, ha roto un silencio de casi medio siglo para revelar que estaba involucrado en la operación denominada Seat-12, un esquema del Kremlin lanzado en 1960 para retratar Pío XII "como un simpatizante nazi insensible".
El resultado, según el Sr. Pacepa, fue puesto en marcha en 1963 en "El Adjunto” por Rolf Hochhuth, que argumentó que Pío XII había apoyado a Hitler y alentó el Holocausto. Se encendió un intenso debate sobre la actitud del Papa a Hitler.
La polémica se reavivó cuando el director Costa-Gavras adaptó la obra para su película de 2002 “Amen”, en cuyo cartel se representa una esvástica torciendo la cruz.
El plan de la Guerra Fría tenía el lema "Los muertos no pueden defenderse" como el Papa había muerto en 1958.
"Debido a que Pío XII había servido como nuncio papal en Munich y Berlín, cuando los nazis estaban comenzando su ascenso al poder, la KGB quería presentarlo como un antisemita que había animado el Holocausto de Hitler," Sr. Pacepa escribió en un artículo publicado por la National Review.
Para obtener documentos del Vaticano, la KGB reclutó a los servicios de inteligencia exterior Rumana fingiendo que Rumania estaba lista para restablecer sus relaciones rotas con el Vaticano.
Sr. Pacepa dijo que tuvo acceso a los archivos por monseñor Agostino Casaroli, que estaba a cargo de las conversaciones confidenciales con las autoridades del bloque soviético. Sr. Pacepa convenció el monseñor, a quien conoció en un hotel de Ginebra, que necesitaba para encontrar raíces históricas que ayudarían a Rumania para justificar públicamente su cambio de actitud hacia el Vaticano. Desde hace dos años, tres espías se hacen pasar por sacerdotes pasaron de contrabando documentos fuera del Vaticano y la Biblioteca Apostólica para ser fotografiados.
"Todo fue enviado inmediatamente a la KGB a través de mensajería especial", dijo el Sr. Pacepa. "De hecho, ningún material incriminatorio contra el pontífice nunca apareció."
En una visita a Bucarest en 1963, el general Ivan Agayants, jefe del departamento de desinformación de la KGB, dijo el Sr. Pacepa que Seat-12 había materializado en una jugada de gran alcance para atacar el Papa Pío XII, titulado “El Adjunto", relato Sr. Pacepa.
En su artículo, él afirma que el General Agayants tomó el crédito para el contorno de la obra de 1963, por el desconocido Hochhuth, y añadió que sus apéndices de documentos de antecedentes habían sido elaborados por sus expertos con la ayuda del material que el Sr. Pacepa había obtenido.
"Hoy en día, muchas personas que nunca han oído hablar de “El Adjunto” están sinceramente convencidos de que Pío XII fue un hombre frío y  mal hombre, que odiaba a los Judios y ayudó a Hitler para acabar con ellos", dijo Pacepa. Se le preguntó sobre el artículo del Sr. Pacepa, Hochhuth ha insistido en que la obra fue toda su propio trabajo. A principios de 1960 defendió su retrato de Pío XII, diciendo: "Los hechos están ahí - 40 páginas atestadas de documentación en el apéndice de mi obra."

Bibliografía


FOLLAIN, J. (19 de FEBRUARY de 2007). The Australian. Recuperado el 14 de MARZO de 2016, de http://www.theaustralian.com.au/news/world/kgb-bid-to-depict-pope-as-anti-jew/story-e6frg6so-1111113016885




viernes, 11 de marzo de 2016

POR QUÉ LA CONCIENCIA NO PUEDE SER MERAMENTE UN PRODUCTO DEL CEREBRO

 

Por: Alejandro Martinez Gallardo - 03/03/2016

Estudiando de cerca algunos fenómenos como el placebo, la hipnosis o la telepatía, se infiere que la conciencia cuenta con características que no pueden explicarse solamente a través del cerebro

De manera convencional la ciencia moderna ha difundido y defendido la idea de que la conciencia es generada solamente por el cerebro y que estamos cerca de localizarla, de atraparla en su gestación, en la actividad de algún grupo especial de neuronas. Esta es la culminación de la filosofía materialista, el dogma esencial de la ciencia establecida. En este artículo haremos un comentario a la excelente revisión que hace el doctor Larry Dossey[1] de algunas de las teorías más populares que intentan explicar la conciencia, desde la hipótesis materialista a otras hipótesis que surgen a la luz de fenómenos como la hipnosis, el placebo y los llamados eventos psi estudiados por la parapsicología.

La hipótesis materialista considera que la conciencia tiene una base material y puede ser reducida a una serie de señales en el cerebro, las cuales determinan nuestra experiencia del mundo. Un ejemplo de esta hipótesis puede encontrarse en Francis Crick, el biólogo que descubrió la doble hélice del ADN, quien consideraba que todos los fenómenos biológicos acabarían por ser explicados solamente con química y física. En su libro The Astonishing Hypothesis escribe: "Tus alegrías y tus penas, tu memoria y tu libre albedrío, son de hecho sólo el comportamiento de una vasta asamblea de células nerviosas y sus moléculas asociadas". Así todo puede reducirse a un paquete limitado de neuronas: el encandilamiento del amor, la 5a sinfonía de Beethoven, un viaje de DMT o el asombro por nuestro origen y propósito en el universo, son sola y exclusivamente la actividad aleatoria de una serie de neuronas.

La certidumbre de Crick ciertamente no es compartida por todos los científicos de renombre en el campo. Como cita oportunamente Dossey, el Nobel Eugene Wigner afirmó: "No tenemos ni la más vaga idea de cómo conectar los procesos psicoquímicos con el estado de la mente", y el también Nobel Roger Sperry dijo: "los procesos centrales del cerebro con los que la conciencia está presumiblemente asociada simplemente no son entendidos actualmente". Así, ante el misterio fundamental de la conciencia, algunos científicos buscan atrapar al fantasma de la mente en la máquina del cerebro y al hacerlo, más que seguir el canonizado método científico, recaen en un procedimiento enteramente dogmático, buscando que la realidad se ajuste a su modelo preestablecido del mundo.

Una de las formas en las que se han dividido las teorías sobre la causación de la conciencia son aquellas que consideran que ésta se genera de abajo hacia arriba (o causación ascendente) y las que creen que se genera de arriba hacia abajo (o causación descendente). La teoría ascendente indica que la conciencia es generada por la mente y de ahí se difunde a la materia; la teoría descendente sugiere que las neuronas operan de manera determinista y generan nuestra mente (y toda la personalidad asociada). En la primera son las intenciones conscientes las que determinan lo que hacemos; en la segunda, las células nerviosas de alguna manera ya "han hecho su mente" y causan todos nuestros estados mentales. "Puede ser que los neurocientíficos lo hayan entendido al revés, y la experiencia que sentimos de empatía sea la causa de que las neuronas espejo se enciendan y no al revés", dice Dossey. ¿Dónde está la jerarquía, en la entidad que aparentemente ejerce el mando, o en las células que componen esa identidad?

La hipótesis de la causa material o descendente se mete en problemas cuando se enfrenta con cosas como la hipnosis, los efectos de las drogas psicodélicas, el placebo y el fenómeno psi. Siguiendo con el recorrido de Dossey, debemos mencionar una experiencia que tuvo cuando fue médico interno en el Valle del Río Grande en Texas. Dossey tenía un paciente afroamericano moribundo que presentaba un enigma ya que no podía determinar la causa de su estado. Un médico de más experiencia lo entrevistó y descubrió que el paciente creía que había sido embrujado por una adivinadora a la cual le debía dinero. "Convencido de su maldición, estaba cumpliendo su destino". Como último recurso, Dossey y su colega hicieron una ceremonia de desembrujamiento en la noche en el hospital. La ceremonia tuvo éxito en la mente del paciente, y al día siguiente se levantó con un apetito voraz, ya en vías de recuperarse. 

La capacidad de la mente --de ideas e ilusiones-- de modificar el cuerpo y la forma en la que éste procesa la realidad queda manifiesta en fenómenos como la hipnosis y el placebo. Durante la hipnosis, una persona puede llegar a producir una quemadura de segundo grado cuando se le avisa que tiene una moneda hirviendo en su brazo. El psicólogo Julian Jaynes, de Princeton, señala:

Si te digo que pruebes vinagre y te sepa como champagne, que sientas placer cuando te coloco un alfiler en el brazo, o que mires en la oscuridad y contraigas las pupilas como ante una luz imaginaria... encontrarías estas tareas difíciles por no decir imposibles de hacer... pero si antes te hipnotizo lograrías estas cosas sin ningún esfuerzo.

Ante esto Dossey concluye que "la hipnosis permite que el cuerpo desafíe las funciones neuronales ordinarias". En el caso del placebo, algo similar ocurre, donde el poder de la sugestión detona respuestas de autosanación equivalente en sus efectos a poderosos fármacos, demostrando que lo que se puede hacer químicamente también puede hacerse de manera mental, a través de pensamientos intangibles que se vuelven tangibles posteriormente.

Dossey hace hincapié en que esta visión de la mente sobre la materia no sostiene que las neuronas o las células no tengan una función operativa, sino que considera que su nivel de operación es el de los transmisores de una señal y no de los generadores de esa señal, es decir, de correlación no de causación: "No podemos decir que las neuronas espejo causan la empatía, de la misma manera que nuestras televisiones no causan la Copa del Mundo o el Superbowl, solamente están correlacionadas con ellos". El cerebro es como la televisión que nos permite sintonizar la señal y focalizar una experiencia de la conciencia que existiría en la atmósfera. Por otro lado, esta perspectiva reconoce, en cambio, que los pensamientos, las creencias, las emociones, etc., no son sólo imaginarios sino que tienen efectos verdaderos: logran transmitir sus señales a través del cuerpo (el aparato de sintonización).

En su libro Science and Psychic Phenomena[2] el filósofo Chris Carter cita miles de estudios en los que fenómenos de percepción extrasensorial, telepatía y precognición han apilado evidencia de ocurrir desafiando las probabilidades estadísticas de un comportamiento meramente aleatorio. Dossey nos dice que Carter considera que los fenómenos psi sí entran en conflicto con el mundo de la física clásica newtoniana, pero no con la perspectiva de la física cuántica-relativista. De su investigación Carter concluye que la conciencia se manifiesta de formas no-locales (al igual que el entrelazamiento cuántico), y por lo tanto parece no estar constreñida por el espacio-tiempo, lo cual es un importante indicativo de que la conciencia no puede ser solamente material. Explica Dossey:

Los fenómenos psi implican que la conciencia puede hacer cosas que el cerebro y las neuronas no pueden. Las implicaciones son vastas. Si la conciencia es temporalmente no-local, infinita en el tiempo, entonces es inmortal y eterna, porque una no-localidad limitada es una contradicción de términos; y si la conciencia es espacialmente no-local, es omnipresente.

Esta visión parece "sintonizar" la antigua creencia expresada por los filósofos de la India de que la conciencia es de hecho la misma sustancia que el espacio, sea este considerado como un éter (akasha), o como el vacío del cual emergen los fenómenos en el budismo, el cual es igual a la mente en su estado de pureza y potencialidad infinita (dharmadatu). En el Timeo, Platón esboza una cosmología en la que existe una especie de espacio primordial (khora) en el cual el demiurgo imprime la cualidad de su inteligencia: las Formas o arquetipos que son reflejos de la mente de Dios. Aquí el espacio toma un sentido maternal --es una nodriza de la conciencia (aunque Platón no tiene un término equivalente a nuestra "conciencia"), por lo que se podría hablar de un soporte material de la conciencia, pero hay que mencionar que esta especie de inseminación de aquello que viene del Padre en el lienzo de la Madre, de la cual surge el cosmos, es el acto seminal que ocurre en el origen (una misma imagen que aparece en muchas historias de creación: el espíritu que se posa sobre las aguas). Es decir, el espacio mismo está impregnado de la conciencia --podemos concebirlo como un vientre que perpetuamente está llevando la luz de la mente-- y, aunque esta semilla florezca también en una rarificación de su esencia en la materia, la conciencia preexiste a los cuerpos en los cuales puede encontrar una expresión particular. En este tenor, actualmente un grupo de teorías científicas agrupadas con el nombre de teorías de la conciencia de campo sugieren que la conciencia es idéntica a un campo[3] no físico que existe ubicuamente en el espacio como la fuerza de gravedad o el electromagnetismo.

La reducción de la conciencia a términos meramente materiales, como un epifenómeno o un subproducto de la complejidad de la materia, ha sido entendida por algunos importantes científicos y filósofos de una mentalidad más abierta como una de las más grandes supersticiones de la ciencia, una forma de religión materialista, basada fundamentalmente en preconclusiones de lo que el mundo debería de ser y en el deseo mesiánico de explicarlo todo en términos materiales. Esto mismo fue llamado por Karl Popper un "materialismo promisiorio", una especie de wishful thinking de la ciencia en el que finalmente el paradigma materialista habría logrado conquistar todas las dimensiones de la realidad y abolido toda visión espiritual. El neurofisiólogo John Eccles, ganador del premio Nobel, dijo que "el materialismo promisiorio es simplemente una religión basada en la creencia de los materialistas dogmáticos... que confunden la religión con la ciencia".

Para concluir, las palabras de uno de los más lúcidos críticos del paradigma materialista en la actualidad, el doctor Bernardo Kastrup. En un diálogo con Alex Tsakiris de la revista Skeptiko, Kastrup explicó:[4]

Nuestra cultura está impulsada por esta noción de que la realidad real existe fuera de la conciencia. Es un universo material fundamentalmente independiente de la conciencia, que nuestras vidas internas y nuestras experiencias subjetivas emergen de la distribución específica de la materia en este mundo abstracto fuera de la mente. Esta es la filosofía del materialismo que subyace en la mayoría del trabajo académico y de la mayoría de la ciencia que conocemos hoy en día. Pero también subyace el sistema de valores de nuestra cultura y nuestro sistema económico. Por ejemplo, si la materia es la única realidad real, la conciencia siendo transitoria, un efecto colateral temporal, entonces, ¿qué significado tiene la vida más que acumular bienes materiales? Esto encaja perfectamente con el sistema económico y establece bucles de retroalimentación con las estructuras de poder existentes.

Kastrup sugiere que la visión materialista de la realidad penetra todas nuestras esferas de conocimiento y define todas nuestras relaciones. Esto evidentemente trastoca toda interacción y puede explicar la crisis moral, ecológica y espiritual de la actualidad. Al mismo tiempo nos sitúa en un espacio desprovisto de significado, totalmente desencantados, en un frío e inexorable abismo material. Sin embargo, esta desoladora visión es un error de percepción, un extravío en el camino. Y es que toda la riqueza que podamos percibir en la materia viene solamente de la conciencia que le deposita valor, que la carga de significado. Así cuando perseguimos bienes materiales y luchamos por obtener más cosas, actuamos erráticamente puesto que lo que en realidad queremos es el valor, las ideas, las percepciones y las experiencias que asociamos con las cosas, todos los cuales pertenecen al dominio de la conciencia... confundimos a la estatua con el poder del dios que representa. En esta idolatría del materialismo no alcanzamos a ver que la única riqueza real que podemos acumular en este mundo es la conciencia.

Bibliografía

GALLARDO, A. M. (03 de Marzo de 2016). Pijamasurf. Recuperado el 10 de Marzo de 2016, de http://pijamasurf.com/2016/03/por-que-la-conciencia-no-puede-ser-meramente-un-producto-del-cerebro/



[1] https://www.scimednet.org/content/mind-and-neurons-consciousness-and-brain-21st-century

[2] http://www.amazon.com/Science-Psychic-Phenomena-House-Skeptics/dp/159477451X/ref=la_B003M3FR5K_1_3?s=books&ie=UTF8&qid=1457048685&sr=1-3

[3] http://www.scholarpedia.org/article/Field_theories_of_consciousness

[4] http://www.skeptiko.com/274-bernardo-kastrup-why-our-culture-is-materialistic/


 

jueves, 10 de marzo de 2016

La música religiosa trae beneficios a la salud mental de las personas mayores


Un nuevo artículo publicado por The Gerontologist informa que entre los cristianos de edad avanzada, escuchar música religiosa se asocia con una disminución de la ansiedad sobre la muerte y el aumento de la satisfacción de vida, la autoestima, y la sensación de control sobre sus vidas.

Estas asociaciones son similares para los blancos y los negros, las mujeres y los hombres, y los individuos  tanto de bajo y alto nivel socioeconómico.

El artículo, titulado "Escuchar música religiosa y la salud mental en la tercera edad", fue escrito por Matt Bradshaw, PhD, de la Universidad de Baylor; Christopher G. Ellison, PhD, de la Universidad de Texas-San Antonio; Qijan Fang, MA, de la Bowling Green State University; y Collin Mueller, MA, de la Universidad de Duke.

"La religión es un importante recurso socio-emocional que se ha relacionado con resultados deseables de salud mental entre los adultos mayores de Estados Unidos", declararon los autores. "Este estudio muestra que escuchar música religiosa puede promover el bienestar psicológico en la edad adulta."

Los datos del estudio provienen de dos oleadas  de una encuesta (tomadas en 2001 y 2004) de la religión en todo el país, en la encuesta, el envejecimiento y salud de los adultos de edad avanzada blancos y negros de Estados Unidos. La población estuvo constituida por los residentes de hogares, negros o blancos, no institucionalizados, que hablan inglés, y por lo menos tiene 65 años de edad. Las respuestas se obtuvieron de cristianos que practican su fe actualmente, los que se identifican como cristianos en el pasado, pero ya no practican ninguna religión, y los que no están afiliados a ninguna fe en cualquier momento de su vida. El presente análisis se basa en 1.024 personas que participaron en las dos oleadas de la encuesta.

"Teniendo en cuenta que la música religiosa está disponible para la mayoría de las personas incluso los que tienen problemas de salud o limitaciones físicas que podrían impedir la participación en los aspectos más formales de la vida religiosa “podría ser un recurso valioso para la promoción de la salud mental más tarde en el curso de la vida” los autores escribieron.

Se preguntó a los encuestados con qué frecuencia se escucharon música religiosa en una escala que va desde "nunca" a "varias veces al día."

Ansiedad ante la muerte, satisfacción con la vida, la autoestima, y la sensación de control, fueron las medidas de la fuerza con que el encuestado estuvo de acuerdo con una serie de declaraciones. Estos incluyen, pero no se limitan a, "Me resulta difícil hacer frente al hecho de que yo muera", "Estos son los mejores años de mi vida", "tomo una actitud positiva hacia mí mismo," y "Yo tengo una gran influencia sobre la mayoría de las cosas que suceden en mi vida"

Bibliografía

América, L. S. (18 de Abril de 2014). Recuperado el 10 de Marzo de 2016, de
ScienceDaily: https://www.sciencedaily.com/releases/2014/04/140418161431.htm